Me imagino que habrán descansado de los rocambolescos momentos vividos en las últimas horas. De lo cual me alegro y les felicito por ello. No es, ni mucho menos, fácil traspasar esos momentos que transcurren tras el último pitido del WhatsApp, después de los cientos de mensajitos recibidos, deseándoles toda clase de venturas y parabienes en esta noche en la que, según rezan algunas de estas misivas, "Dios ha nacido", "Aleluya al Mesías", "El Niño ha venido" y todas esas frases copiadas de algún sitio que se mandan creyéndose ser Luis de Góngora en una noche de medio borrachera y soporífera cena en familia. Yo he recibido hasta varios en latín, que eso sí que viste en esa noche tan especial. Por eso, si ustedes han superado tales momentos y han desarrollado la cortesía de contestar, por lo menos, a los remitentes conocidos -los otros, esos de números ocultos que le dan a la teclita de mensajes masivos, hay que bloquearlos eternamente -, siéntanse tranquilos y gozosos por haber superado uno de los días difíciles del año. Este que esto les escribe, todavía por deformación profesional y con cierto grado de masoquismo en el cuerpo, se pasa un buen rato de la jornada, mientras repiten los zafios programas de la noche anterior y el discurso de S. M. El Rey, observando la cantidad de ágrafos que tenemos por conocidos y que ponen infinitas faltas de ortografía, cometen errores sintácticos imperdonables y juegan a ser modernos con esa nefasta y abominable moda reduccionista de no escribir las palabras completas. Si es horroroso permitir a nuestros jóvenes estudiantes tales usos; mucho más lo es que personas adultas y puede que hasta con cierto grado de conocimiento -aunque lo dudo sin son capaces de expresarse de esa manera, aunque sea por snobismo- se manifiesten de tal modo, pasándose el lenguaje bajo los adornos navideños. De todas maneras: Felicidades, "Hodie Christus natus es".

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