NO han pasado aún dos meses desde la proclamación de Felipe VI y la Casa del Rey ya ha adoptado una serie de medidas para mejorar la transparencia de la monarquía española, algunas de las cuales entrarán en vigor el año que viene. Es el caso del sometimiento de sus cuentas a una auditoría externa, que se sumará a la interna que realiza la propia Casa Real desde 2007. Otras medidas se incluyen en un nuevo código de conducta con principios de buen gobierno para los miembros de la Familia Real (actualmente los reyes y sus hijas y los reyes honoríficos), entre las que cabe destacar la regulación de los regalos que reciben o la prohibición de que ninguno de ellos pueda trabajar en el sector privado. Felipe VI también ha decidido que sus hermanas, las infantas Elena y Cristina (que ya no pertenecen a la Familia Real sino que son consideradas familia del Rey) no desarrollen actividades institucionales con carácter general y tan sólo lo hagan por encargos del propio Monarca en casos muy puntuales y sin cobrar gastos de representación. No cabe duda de que la decisión del Rey tiene como objetivo mejorar tanto el propio funcionamiento de la institución como su imagen ante los ciudadanos, muy dañada después del caso Nóos, que afecta a su hermana la infanta Cristina y al marido de ésta, Iñaki Urdangarín. Ya en su discurso de proclamación, Felipe VI habló de la necesidad de que la Corona observe "una conducta íntegra, honesta y transparente" y dijo que sólo así se podrá preservar su dignidad y su prestigio, así como el aprecio y el respeto de los ciudadanos. Pasando de las palabras a los hechos, el relevo al frente de la Jefatura del Estado empieza, pues, a plasmarse en decisiones de calado en el seno de la propia Casa Real, que ha dado un nuevo impulso de esta forma al proceso de transparencia que ya se inició durante los últimos años del reinado de Juan Carlos I. Estamos ante un nuevo punto de partida para una etapa diferente en la que los ciudadanos ya están visualizando que las cosas están cambiando en la Casa Real. La modernización de la institución que ha sido garante de la estabilidad y la unidad de todos los españoles es una exigencia y un deber en estos tiempos. Las monarquías de los países más desarrollados y democráticos del mundo funcionan de esta forma y la española no puede ser una excepción. Felipe VI ha comenzado su reinado de la mejor manera posible al adoptar esta serie de medidas, pues implican que ha recibido el mensaje de los españoles y ha reconocido que las cosas, en su propia casa, se pueden hacer mejor. Todos debemos felicitarnos por ello.

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