Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Rivera: la patria puede esperar

El ciclo de vida del partido está por delante de los intereses de un país inestable

Cuentan que Pirro, rey de Epiro, ante el escenario después de una batalla en la que venció a los romanos musitó para sí "otra victoria como esta y volveré solo a casa": sus bajas se contaban por miles. Ser la segunda fuerza más votada el domingo, en el caso del PP, y la emergencia desde la nada, en el caso de Vox, tienen bastante de victoria pírrica. También de freudiano, de matar al padre: ya nadie niega que la mayoría de los votos para la Reconquista provienen de la degeneración popular, catalizada por el procés (que también ha fagocitado a sus conservadores, abanderados por el racista Torra: todo por la patria). Es de esperar algún tipo de fusión -reagrupamiento, más bien- entre ambos partidos. Si uno vapuleado y moribundo, el otro con cierta melancolía post coitum.

El vencedor indiscutible es Pedro Sánchez, un hombre todo menos brillante; tenaz, de principios flexibles y tácticos, y fe en su causa: La Moncloa como néctar del poder. Su estrategia ha constituido un éxito político casi sin precedentes. El llamado okupa dirigirá -ahora con los papeles en regla- la orquesta disonante del Estado español. Como sucede a los llamados toros abochornados, tenía mucho peligro tras ser humillado por sus compañeros de manada más señalados: los barones y quién sabe quién más están en vías de de extinción -u ostracismo, con lo que eso duele- desde anteayer. Su táctica de gobernar los viernes a base de decretos que recuperaban derechos perdidos en la crisis ha sido ampliamente agradecida por los votantes. Tezanos y su CIS, ridiculizado en la campaña por sus sondeos, es otro al que no le cabe el pecho en la camisa desde el domingo por la noche. "Y ahora, ¿qué?", se estará diciendo con regodeo.

PSOE y Ciudadanos podrían pactar, y de esa manera no tener Sánchez que confiarse a los nacionalismos de corazón de peseta y convenientes huestes enardecidas. Eso esperaríamos muchos. Pero el ciclo de vida de Ciudadanos, tras el desastre del PP y el previsible parlamentarismo anti "Frente Popular" de Vox, aconseja negarse a tal pacto, recuperar las jarcias y supervivientes del naufragio del PP y recoger el bumerán de muchos que han votado a Vox con el calentón. O sea, esperar que esta legislatura baje los humos y los votos al PSOE, y ganar las próximas. Cuando se ajen los pactos con la entristecida Podemos, tocada de personalismo e indefinida con el independentismo, y, ay, con los nacionalistas extractores o los rupturistas. En política, lo primero es lo primero: el partido. Y el riesgo de quemarse en un pacto raro es grande.

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