La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Rivera lo quiere todo

Rivera se enfrenta a un doble desafío: superar a Casado en las urnas y resistir la imprevista competencia que le hace Vox

Ciudadanos, el partido de Albert Rivera e Inés Arrimadas, triunfó y fracasó en las elecciones andaluzas. La paradoja es sólo aparente: gracias al 2-D entró por primera vez en un gobierno autonómico -una Vicepresidencia y casi la mitad de las consejerías-, y no precisamente en una autonomía cualquiera, y fue el partido que más creció en votos y escaños, pero también vio insatisfecho su principal objetivo.

Este objetivo prioritario era superar en votos al Partido Popular, es decir, convertirse al fin en el primer partido del centroderecha en Andalucía, prolegómeno y avanzadilla para serlo después en España. Lo impidieron, por los pelos, la resistencia del PP de Juanma Moreno y la fulgurante aparición de la ultraderecha que nadie esperaba. Bienvenida toda la derecha que suma, le dirían a Rivera. Sí, pero Vox ha sumado sobre todo en provecho de Moreno, se dijo Rivera.

La verdad es que la irrupción de Vox en el panorama político nacional ha sido una pésima noticia para Ciudadanos. ¿Por qué? Porque ha introducido un competidor inesperado en el campo conservador en un momento en que en el ámbito de la izquierda ha dejado de haber dudas sobre la hegemonía del PSOE ante el fiasco de Podemos. La volatilidad del voto se encuentra hoy en las filas de le derecha y Cs ha dejado de tener claro que la opción más moderada y centrista vaya a ser la preferida de los ciudadanos en las elecciones generales.

Analistas y expertos demoscópicos le han convencido a Albert Rivera de que el éxito de Vox en Andalucía se nutrió de antiguos votantes del PP, pero también de Ciudadanos (algunos estudios lo cifran en un 24% del total); que el electorado de Ciudadanos rechaza en mayor medida a Pedro Sánchez que a Vox y que ese mismo electorado se muestra más enemigo de Sánchez que los propios votantes de Vox.

Rivera ha llegado, pues, a la conclusión de que para acceder a La Moncloa tiene que superar dos desafíos: evitar la fuga de sus votantes hacia Vox y quedar por delante de Pablo Casado en las urnas. Y no ha encontrado mejor fórmula que caminar un pasito más a la derecha, perdiendo su centralidad y moderación, y ponerle un cordón sanitario a Pedro Sánchez (con dudosa credibilidad: ya puso otros al propio Sánchez y a Rajoy y los rompió cuando le convino).

Quizás sea una estrategia equivocada. Quizás atraiga electores por un lado y los pierda por otro. Quizás las elecciones en España se sigan ganando por el centro.

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