ALFREDO Pérez Rubalcaba, el gran perdedor de las elecciones generales del 20-N, fue elegido ayer secretario general del Partido Socialista Obrero Español, al que deberá conducir en su situación de mayor debilidad desde la instauración de la democracia. Ganó el 38º congreso del partido imponiéndose a su adversaria, Carme Chacón, por tan sólo 22 votos de diferencia, algo más que la ventaja lograda por Zapatero en el 35º congreso ante Bono. Las fuerzas entre ambos candidatos han estado muy igualadas durante toda la campaña interna y la escasa diferencia entre los votos logrados por uno y otra consagran un partido dividido en dos, lo que obliga a un gran esfuerzo de reconciliación y unidad para que pueda afrontar la travesía del desierto que se le avecina, además de un desafío tan trascendental como las elecciones andaluzas del 25 de marzo, en las que se juega una hegemonía de treinta años de autogobierno y la conservación del último reducto de poder territorial socialista. Como se esperaba, el alineamiento de los delegados andaluces, que suponían la mayoría relativa del congreso, ha resultado decisiva en el resultado final. Aunque cinco de los ocho secretarios provinciales y los más estrechos colaboradores del presidente de la Junta y secretario general, José Antonio Griñán, trabajaron con tesón por asegurar la victoria de Chacón, lo cierto es que muchos delegados se decantaron por la experiencia y solidez de Rubalcaba frente a la aventura representada por la ex ministra de Defensa. En este sentido cabe señalar que el triunfo de Rubalcaba debilita la posición de Griñán, cuya pregonada neutralidad activa durante el proceso ha sido desmentida por la vía de los hechos. Griñán quería que triunfara Chacón porque estimaba que formar tándem con ella le favorecería de cara a las elecciones del 25-M para atraer a sectores sociales distintos a los que él mismo y Rubalcaba pueden acarrear. Es indudable, por otra parte, que el nuevo secretario general socialista se va a plantear como su primera obligación cerrar filas con el candidato Griñán y volcarse en su favor en las semanas que quedan para los comicios autonómicos. Pero que el PSOE andaluz está dividido y que Griñán sale del congreso más frágil de lo que entró no está en discusión. Su liderazgo está más cuestionado hoy, y las propias listas electorales del 25-M habrán de reflejar la nueva realidad del socialismo.

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