Crónica levantisca

Juan Manuel Marqués Perales

Rufián y Otegi lo van pregonando

Cuando Otegi marca un territorio, la gente de bien se va al contrario; cuando Rufián habla de solidaridad, sólo los necios lo creen

Con Rufián de pregonero es imposible la defensa de la causa, de nada vale explicar el desequilibrio que la capitalidad económica de Madrid está imprimiendo en las cuentas autonómicas si el heraldo es del partido al que le importa un comino la gobernabilidad de España. ERC puede ser un aliado en una votación, como Bildu -coyuntural y extraordinario-, pero si Rufián y Arnaldo Otegi son los pregoneros de estos presupuestos, el Gobierno de Pedro Sánchez está inoculando en el PSOE una próxima derrota. Ahora que se cumplen dos años del cambio andaluz, cabe recordar que la división en el centro y la derecha no provocó una pérdida de votos, sino un mejor aprovechamiento de las voluntades electorales de quienes querían la salida del PSOE de la Junta. A excepción de los sondeos del instituto público que tiene secuestrado Tezanos, lo que las encuestas vienen indicando es que la fórmula que nació en Andalucía puede conquistar España. La crisis catalana alumbró a Vox, y Rufián, Otegi e Iglesias darán la victoria a un Gobierno de PP y Ciudadanos con Vox.

Cuando Otegi marca un territorio, la gente de bien se coloca en el contrario. Cuando es Rufián el que proclama cómo hacer de España un territorio más solidario, sólo los necios abrazarán los argumentos de quienes se querían independizar de España por ser más ricos.

Pablo Iglesias sostuvo hace algo más de un mes en el Congreso que el PP no gobernaría jamás en España. Lo hizo más como (ex) profesor de Políticas que como vicepresidente, porque, en efecto, una alianza permanente del PSOE con la extrema izquierda y los grupos nacionalistas e independentistas asegura una sólida mayoría en el Parlamento. España es un país muy diverso en lo territorial. Pero a Iglesias se le escapa algo, y es que un PSOE radicalizado, no ya por su gestión, sino por sus alianzas, no es un partido de mayorías, porque los votantes centrados se le irán a la abstención, a Ciudadanos y al PP.

Pedro Sánchez va a atemperar ahora a su Gobierno, pero Iglesias prepara para febrero una de esas fórmulas diabólicas que deteriorarán aún más la proyección del PSOE en España. Las elecciones catalanas pueden concluir con un Ejecutivo de coalición de ERC, PSC y lo que queden de los comunes, más algunos templados del viejo espacio convergente, lo que sería una pequeña victoria para la izquierda y un gran desastre de relojería para los socialistas; tanto, que un Gobierno de Pablo Casado con Ciudadanos y Vox llegaría como la luz cuando sale el Sol, se tratan de hechos causales.

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