San Ildefonso es una calle solitaria, sin vecinos. Las bodegas devoraron casi todas sus casas hace más de dos siglos. Sólo resistió una de estas viviendas, la de los Ponce de León, una mansión abandonada hace años tras la ola especulativa provocada por la fallida Ciudad del Flamenco. Su exterior, sobrio, muestra una amalgama de etapas históricas, quizás desde el siglo XV, como manifiesta su portada gótica a la calle San Blas. Justo al final de la fachada lateral, surge, adosada, otra portada, menos monumental, menos sencilla, claramente barroca. Así lo manifiestan la moldura mixtilínea que rodea a la puerta, las dos pilastras recubiertas de menuda ornamentación o ese remate con frontón roto y espadaña. Sí, espadaña que en su día acogió una campana y que nos habla de una función religiosa que dejan muy clara diferentes relieves, como una custodia, cabezas de ángeles o cartelas con emblemas eucarísticos y pasionistas. Todo ello se explica por haber servido de acceso a una capilla, la conocida como San Mateo "El Chico". Habilitada en una sala del palacio, esta pequeña iglesia vino a cumplir las funciones parroquiales por la grave ruina que padeció el templo de San Mateo tras el terremoto de Lisboa de 1755 y su posterior restauración. En sólo un par de meses la capilla fue inaugurada de forma solemne. Acaso la premura con que fue realizada hizo que esta portada adoleciese de cierta tosquedad de ejecución pero esto no es óbice para no valorar su riqueza iconográfica y su curiosa historia.

En la actualidad una maraña vegetal la cubre en buena parte, lo que sin duda terminará dañando su estructura y decoración. Han sido varias las denuncias registradas en el Ayuntamiento para se exija a la propiedad la eliminación este voraz arbusto trepador. Hasta ahora no han sido oídas. Quizás cuando por fin se actúe sea demasiado tarde.

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