Sánchez, contratiempo

Esta inquietante investidura no se hace sólo a contrapelo de la Constitución, sino contra los tiempos políticos

En vez de "Feliz año", que ya veremos, pregunto a todo el que me cruzo si ha leído ya No society. El fin de la clase media occidental de Christophe Guilluy. El ensayo sostiene que eso de los populismos como movimientos estrafalarios y anecdóticos nada de nada. Los partidos de la nueva derecha europea y americana son la reacción de las clases medias y trabajadoras al intento de laminarlas por parte las clases altas y sus palmeros, muy partidarios de la globalización y del discurso de lo políticamente correcto, sí, pero muy poco de la solidaridad compartida, del sentido común y del bien común. No importan los insultos y desprecios, porque es una cuestión de vida o muerte para Occidente y el fino instinto de supervivencia de la gente normal se ha percatado. El libro asume la gravedad del momento, pero con un fundamentado optimismo, porque la reacción llega imparable.

Un español, sin embargo, no puede leerlo sin melancolía. Frente a tan palpitante debate que, de Polonia a Brasil, cruza continentes y océanos, aquí nos ahogamos en el vaso de agua del inmenso ego de una persona como Sánchez y sus trapicheos con los veteronacionalistas y los neocomunistas. Muy fuera de foco del tema de nuestro tiempo. En justa correspondencia, Guilluy casi no habla de España.

Y, de pronto, aparece Cataluña: "En las regiones ricas, los movimientos independentistas no son más que la careta de la secesión de las burguesías que intentan salirse de los marcos nacionales (donde hay que ejercer la solidaridad) […] Este ejemplo catalán ilustra la fiebre de una burguesía dispuesta a cualquier cosa para abandonar el bien común. Consciente de este riesgo, el Estado español, ya sobreenduedudado, detendrá el proceso".

El libro es de 2018, mucho antes de la rendición de Sánchez a Rufián por un plato de lentejas. Que ahora sea el mismo Estado sobreendeudado (y planeando endeudarse más) el que propicie ese proceso de desentenderse del bien común escandalizará más, si cabe, a Christophe Guilluy. Y todavía choca más que sea un partido socialista el que vaya a permitir tamaña victoria de la burguesía catalana y vasca sobre las clases trabajadoras.

Al mismo tiempo, del ensayo de Guilluy se deduce que éstos son movimientos muy superficiales y que a medio plazo no pueden salirse con la suya. Van en contra de las necesidades de la mayoría social, del marco de nuestro entorno y de los rumbos de nuestro tiempo.

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