EN el turnismo entre Cánovas y Sagasta (en esa esquina van a abrir ahora un chino, perdón por la broma) salían los funcionarios conservadores y entraban los liberales y viceversa. Con el tiempo se creó un cuerpo de funcionarios del Estado ajenos a los partidos, lo que los ingleses llaman “civil servant”, speaking in silver : servidores civiles. Gente capaz de hacer un informe sin dejarse arrastrar por el gobernante de turno, lo que abrió el camino al delito de prevaricación, al que algunos le añaden el redundante apellido administrativa. Como ese control resultó excesivo para los partidos, se inventaron los puestos de libre designación, los asesores(en Cádiz han nombrado a un árbitro de fútbol, no se sabe muy bien para qué, con el principal mérito de ser amigo de Demetrio Quirós y alumno de Jesús Rodríguez, de la pandilla basura) y en las corporaciones locales a los interventores y secretarios (cuerpos nacionales se les llamaba) se les redujo la capacidad porque tenían que ser nombrados por la corporación de turno, que procuraba elegir siempre al más complaciente, de ahí llegaron los pelotazos urbanísticos. Viene esto a cuento de que en contra de lo que pudiera pensarse, la administración más cercana no es la más rigurosa ya que busca siempre aplicar ese eufemismo llamado “decisiones políticas” que a la postre significa complacer a los amigos. Se montan comisiones de contratación con pliegos a la medida (¿quién ocupará la presidencia de la que debe adjudicar el contrato de limpieza de Cádiz tras la marcha de Navarro?) o se abusa de los contratos menores sin publicidad, como el que sirvió para obsequiar a Visedo por su camarada Martín Vila. Maniobras orquestales en la oscuridad.

Para qué hablar de la manera en la que contrata la Junta de Andalucía, a prisa y corriendo, para los coleguitas, los vigilantes de la playa y el resto. Es verdad que el PSOE no tiene la menor autoridad para criticar el nepotismo ya que instituyó en Andalucía la red clientelar más grande que haya existido en España, si exceptuamos lo que han hecho los nacionalistas en el País Vasco y Cataluña. Veo el galimatías que tiene montado la Junta con la Sanidad y la Educación (a estas alturas no se sabe qué va a pasar con el inicio de curso) y cada día soy más jacobino: una administración potente e independiente, alejada del poder político, es mucho más útil a los ciudadanos que una administración politizada, mediatizada por los políticos, al arbitrio de los caprichos del concejal de turno o de la alcaldada correspondiente. Veo absurdo que haya 17 parlamentos, 17 defensores del pueblo 17 canales autonómicos de televisión, 17 cámaras de cuentas, 17 consejos consultivos, 17 consejos audiovisuales y lo que es peor, 17 sistemas de salud. Todos estos artefactos sirven para darles un sueldo público a los amigos, como en el turnismo.

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