Segundo tercio

El problema del Frente Nacional radica en dar con su coeficiente máximo de elasticidad. Le va a costar

El mismo dato (el Frente Nacional ha superado la barrera de su esquinita electoral) exige otro análisis. Ayer nos centrábamos en el centro: Macron tendrá que encarar problemas que desprecia y que han hecho que un tercio de los franceses se incline por Le Pen. Si esos problemas crecen, lo hará el voto futuro a un Frente Nacional que se ha sacudido su malditismo.

A la vez, en transversal, habrá que estar pendientes de la evolución del Frente Nacional. No puede esperar con los brazos cruzados si espera recibir con los brazos abiertos al segundo tercio de votantes que necesita. Marine Le Pen no ha tardado ni un día en prometer una profunda evolución de su partido. Ella, que se ha visto atrapada por un programa a contracorriente de una Francia mayoritariamente europeísta, lo habrá dicho con más ganas que resignación.

Lo difícil está en ganar un tercio sin perder el propio: en desplazarse sin descolgar a nadie. Habría que estudiar el coeficiente de elasticidad de los partidos. El Frente Nacional tiene la ventaja de que, al no tener a nadie más a la derecha, siempre puede confiar en el efecto chupona que hará el vacío entre los más derechistas, pero arrastra dos rigideces: una historia reconocida y unos votantes con ideas firmemente arraigadas.

Desde España, esa jugada envolvente la hizo el PP a plena satisfacción suya y será interesante verla desde otro ángulo. Allí, el efecto chupona del centro ya está cogido por Macron. El Frente Nacional tendrá que descartarse de algunos de sus postulados, adoptar otros y conservar los mejores. En qué medida o proporción entrarán en esa nueva fórmula los elementos identitarios, los autoritarios, los autárquicos, los conservadores, los liberales e incluso algunos europeístas merecería un seguimiento pormenorizado.

Teniendo en cuenta que el Frente Nacional ha dado un paso al frente para convertirse en el partidode derechas de Francia, su evolución tendrá que ser muy radical, asumiendo, por supuesto, el riesgo de quebrarse estrepitosamente si le falla el cálculo del coeficiente de elasticidad. Serían entonces los Republicanos los que recuperarían ese espacio. Apostaría a que la única bisagra de tantos ámbitos ideológicos es el conservadurismo, capaz de articular la defensa de la identidad con la construcción de Europa y el proteccionismo necesario con el liberalismo indispensable, pero puede que me engañe la querencia, lo reconozco.

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