TIERRA DE NADIE

ALBERTO NÚÑEZ SEOANE

Libertad de expresión, no con Carmen Calvo

Libertad de expresión, no con Carmen Calvo

Libertad de expresión, no con Carmen Calvo

Siempre es lo mismo: en la oposición se muestran como “adalides –en exclusiva- de la libertad”; “defensores –también en exclusiva- de los derechos humanos, del progreso y del bienestar de la clase obrera”; “guardianes –por supuesto, en exclusiva- de la democracia”, “valedores –en exclusiva, ¡faltaría menos!- de la separación de los poderes del Estado”: legislativo, judicial y ejecutivo, “apóstoles” de un largo etcétera, un largo y cansino etcétera. Luego, un día cualquiera, llegan al Gobierno, se sientan en las mullidas y prepotentes poltronas de sus también exclusivos e inaccesibles despachos, se encierran en La Moncloa, echan mano –mientras se desplazan en helicóptero a hacer sus necesidades- del Boletín Oficial del Estado y… ¡arde Troya!

Es la “izquierdona” de “chichi nabo”, esa de la que por aquí tanto sabemos… fachosa, de cartón piedra, de Visa oro, business y hoteles de 5 estrellas; sin ideología, sin credo ni convencimiento social; mediocres improductivos: dicen lo que otros dijeron; cínicos convencidos: dicen lo que otros quieren escuchar; no hacen, por los desfavorecidos nada de lo que pregonan, hacen sólo aquello que, haciéndolo, pueda parecer que han hecho algo; se desgañitan, cuando no gobiernan, contra el capital, la banca, y los privilegiados… Se venden por cuatro duros, cuando mandan; salvaguardan los intereses de los poderosos en perjuicio de los débiles a los que se ufanan de defender y se arrastran por una foto con la élite, su antes “odiado” enemigo a destruir… Todo cambia cuando están en la parte alta de las escaleras de mármol y alabastro… Pero todo, antes y ahora, es hueco, oportunista y falso, pura mentira. No es que “donde dije digo, digo Diego”, no, ¡“ajolá”!, es que donde dijeron “digo”, dicen Atanasio, Godofredo o Tiburcio. Y no se les cae la cara de vergüenza, obviamente porque no la tienen. Siguen mirando a las cámaras, mintiendo como bellacos sin que les pestañee un ojo; siguen escribiendo artículos y dando entrevistas, sólo en medios afines, certificando la cuadratura del círculo… y la condición “plana” de la Tierra si menester fuese; defendiendo, como “sociales”, políticas elitistas, sectarias y antidemocráticas; cercenando libertades, ahogándonos con impuestos y más impuestos… y más impuestos; prohibiendo y prohibiendo y volviendo a prohibir… es lo único que se les da realmente bien.

Entre esta abundante “fauna” de “cualificados líderes”, entre los “elegidos”, entre los “nacidos para dirigir y gobernar”, entre los hombres y mujeres “marcados por el destino para encabezar con éxito asegurado el proyecto de una sociedad en busca de progreso, igualdad, fraternidad y libertad”; hubo alguien que, entre otras cosas, dijo una vez: “Yo he sido cocinera antes que “fraila”” – pena que no se haya quedado en los fogones…-; “El español está lleno de anglicanismos” –en lugar de anglicismos-; “Un concierto de rock en español hace más por el castellano que el Instituto Cervantes” –pues nada, a cerrar el Cervantes-; “Estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie” –ahora se entiende lo de los ERE-; “El Rocío es la expresión de la primavera en el Mediterráneo” –que pena que la aldea del Rocío esté en Huelva y la costa onubense esté en el Atlántico, no en el Mediterráneo-; “Deseo que la Unesco legisle para todos los planetas” –¿se pensó, tal vez, la reina Padmé Amidala hablando con Luke Skywalker…?; “Las señoras tienen que ser caballeras, quijotas y manchegas” –y los señores “idiotos”, “gilipollos”, y de “Fuenteovejuno”, supongo…-”. El mismo personaje, en público alarde de cultura y erudición, citó a Leonardo da Vinci para referirse a la piratería cultural: “Lo que mueve el mundo no son las máquinas sino las ideas”, la cuestión es que no fue el gran Leonardo quien pronunció la frase, fue Víctor Hugo ¿Cómo ven…? No pasaría de una anécdota si fuese un ciudadano anónimo el autor de semejantes pifias, mamarrachadas y sandeces –casan ustedes, a su criterio, el adjetivo de su elección con la frase correspondiente-, la tragedia, infinita y recurrente, viene cuando la autora de todos estos desatinos no es otra que la que fue Consejera de ¡¡CULTURA!! –sí, de cultura- de la Junta de Andalucía; ministra de ¡¡CULTURA!! –sí, de cultura- con el magnífico inepto y desastroso inútil de Zapatero, la misma que hoy es –agárrense-: ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad, del Gobierno de España y, también, vicepresidente del mismo. Es ella, la inigual, la incomparable, la excepcional, la que gusta –según ella misma declaró- de hablar en bragas desde su cuarto de baño con los alcaldes: ¡¡Carmen Calvo!! La misma que viste y descalza, la que quiere, ahora, “limitar” la libertad de expresión de los medios de comunicación en España. Muy liberal… muy edificante… muy progresista… muy de izquierdas…: ¡ella!

Imaginen, sólo imaginen, que se le hubiese ocurrido a Mariano Rajoy, o a cualquiera que no sea considerado “de izquierdas”, poner encima de la mesa, como ha hecho ella varias veces ya, esta misma idea… volvemos a 1934: el “Frente Popular” -los “demócratas” de toda la vida- incendia las calles, asalta el Parlamento, quema iglesias, fusila curas, viola monjas, asesina políticos de la oposición…

¿Quién defiende la libertad?

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