Gafas de cerca

josé Ignacio / Rufino

Septiembre

ES primero de septiembre, acéptelo, aunque puede que usted pertenezca a esa tribu silente que estaba deseando que el tenido por descanso acabara de una vez. Para la mayoría, que cree en la condición bíblica del trabajo como un castigo, hoy las vacaciones son ya cosa del pasado perfecto; las próximas son futuro imperfecto y bastante indefinido. El sol se avejenta y dulcifica en este mes, y ya no suenan a coro las cáscaras de las gambas bajo las chanclas, ni, por otra parte, tampoco los chiringuitos ultradecibélicos, tan nuestros y tan nocturnos. Toca en septiembre recogerse un poco, examinarse y que te examinen, normalizarse, planificar las finanzas domésticas, luchar contra la chicha, coleccionar alguna cosita quizá. Muchos hablan de depresión posvacacional, probablemente la expresión más pija de la historia del humano trabajador. Pero muchos más querrían sufrir tal tipo de depresión, y no la que puede ocasionar pertenecer a la legión que puede y quiere trabajar pero no puede hacerlo: un 26% de la llamada población activa, por ser precisos.

Septiembre tiene como voz una sonoridad muy superior a la del simple, gordito y descocado agosto, y ha sido objeto de películas dramáticas (September, del Woody Allen menos amable), pero también de canciones gloriosamente optimistas, como la que Earth, Wind and Fire dedicaron al noveno mes. Usted decide sobre de su actitud. Se viene abajo o se viene a arriba.

En septiembre quizá comencemos a volver a crecer un poquitín en los grandes números de la economía, el PIB, y la balanza de pagos seguirá destacando como la nueva joya de nuestra ajada corona (desde 1997 España no había tenido superávit exterior), aunque el déficit público demuestra tozudamente que las previsiones sobre los ingresos y gastos públicos eran objeto de la clásica confusión humana entre deseo y realidad. O sea, que septiembre es la vida misma, con sus activos y pasivos, sus proyectos e incumplimientos, y sus deudas a favor y en contra. Y amores, y desamores: dicen que septiembre destila finalmente las rupturas que se han ido macerando durante años, y que han recibido el hervor definitivo en las vacaciones de verano. Hay muchos que, eternos escolares, siguen de mayores contando el inicio del año en el día de hoy. Hablan de curso más que de año, y les parece un más verdadero punto de partida este día de este periódico que está en sus manos que el exagerado y a la postre resacoso uno de enero. Como cantaban en el estribillo los negros de EW&F, "Ba-di-á". Vamos...

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