Lo de La Sexta en Marinaleda

Buena parte de la edición periodística ha asumido la moda de presentarse como víctima de algo o alguien

En esta columna no se ha ahorrado críticas a los medios de comunicación, acerca de cuyo ensimismamiento, dependencia política, vaciamiento moral y corrupción caben pocas dudas a los mismos periodistas que trabajan en ellos. Se me podría hacer el mismo reproche que algunos hacen a Vox por haberse presentado a unas elecciones andaluzas siendo así que en su programa de máximos propone nada menos que la supresión del sistema autonómico. Y respondería más o menos de la misma forma que ese partido, que no veo contradicción en participar en una expresión del sistema con ánimo de mejorar al conjunto, aunque yo podría añadir otro argumento aún más poderoso: que si los editores me mantienen en este espacio no es para que sea complaciente con la prensa como no lo soy tampoco, por ejemplo, con la Universidad a la que sirvo y de la que vivo.

Valga esta introducción para que se comprenda mi obligación moral de manifestar, con la libertad de siempre pero con indignación crecida, no sólo el asco que me ha producido el incalificable programa de La Sexta sobre los votantes de Vox en Marinaleda, también mi desprecio por la tibieza, la ausencia de verdadera condena entre los profesionales, los medios andaluces y la gran mayoría de los nacionales. Que un ataque tan irresponsable y criminal, de tal gravedad a las reglas de la democracia y la convivencia, con reporteros convertidos en brigadistas y delatores, pueda quedar en una simple petición de disculpas en Twitter por un programa "desafortunado" sólo es posible desde el sentimiento de impunidad que da saber que, en el fondo, se cuenta con el respaldo de los colegas. Buena parte de la edición periodística ha asumido la moda, que tantos réditos genera, de presentarse como víctima de algo o alguien. Los medios dominantes, conscientes del desafecto de lectores y espectadores, apelan a la eclosión de las redes sociales y los nuevos artefactos informativos para justificar su descrédito y la desconfianza del público, pero cuando salta un escándalo como el de La Sexta en Marinaleda, se hacen patentes todos los males a los que no quieren hacer frente: el sometimiento ideológico, el seguidismo político, la moral de situación, la falta de principios, el narcisismo y el corporativismo ciego. Hoy por ti, mañana por mí. Todos a la sombra del poder, los perros no muerden a los perros.

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