Arantxa Cala

Síndrome de la calle transparente

EN  los cinco lustros que lleva celebrándose el Mundial de Motos en la ciudad, en muy pocas ediciones los jerezanos han visto por el centro tan poco movimiento de moteros como este año. Es como si lo del campeonato no fuera con esta zona, como si el casco histórico y todos los bares que este espacio acoge hubieran pasado desapercibidos para esta cita. Quien no se haya movido por las avenidas de Europa y Arcos, la zona de la Ciudad del Transporte o parte de la avenida Álvaro Domecq ni se habrá enterado de que por el trazado jerezano se han paseado este año 123.750 espectadores, de los cuales 3 ó 4 se han tomado una cerveza en el centro. ¿Que ha pasado? ¿Fue tanta la fama de ciudad cerrada a las motos que ya no hay quien la quite? Jerez está castigada por los aficionados y lo seguirá durante temporadas. No se puede meter en el mismo saco a los que hacen el cafre con o sin moto, y a los que son aficionados y vienen a esta ciudad a disfrutar, con las mejores intenciones.

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