La lupa con la que la opinión pública ilumina la vida política ha bastado para desmontar a Francisco Serrano, presidente de Vox y candidato a la Presidencia de la Junta. Como comenta un consejero, España gana el Mundial de fútbol, te tomas una caña con Serrano para festejarlo y te suelta: bien, pero... ¿y la dictadura de género? Es una persona obsesionada, tan agresiva en sus declaraciones que inutiliza cualquiera de sus argumentos jurídicos por muy fundamentados que estén. Pero hay más, la opinión pública se ha comportado; el Parlamento andaluz, no. Desde un principio le autorizó a compatibilizar su acta de diputado con sus últimos casos en el despacho Serrano & Asesores, del que no cobrará, pero en el que sigue anunciado como su abogado estrella en la página comercial de este bufete en internet. Una vergüenza, porque no sólo lo han dejado compatibilizar su labor en este despacho de asuntos de familia, divorcios y todo lo penal relacionado con el género, sino que, además, el tipo se ha permitido preguntar sobre los peritos judiciales de género de la Junta en la Cámara, exigiendo nombres, titulación y colegiación. Una mácula muy gorda para la comisión del estatuto del parlamentario, donde se ha llegado a un acuerdo -éste sí, oculto- para la reinterpretación laxa de las incompatibilidades de ciertos parlamentarios.

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