La esquina
José Aguilar
¿Gobernar sin el Legislativo?
Tierra de nadie
En la España de hoy, y en la que nos viene, tenemos, y tendremos, tres dramáticas situaciones, tres: letal, demoledora e inhumana, la una; angustiosa y devastadora, la otra; trágica e inadmisible, la última.
La primera de ellas, muy por delante de las otras dos –y de cualquiera-, con absoluta prioridad porque de vidas humanas hablamos, es el azote del Covid-19. Esta plaga que está matando a cientos de miles –que serán muchos más- de seres humanos; cada una de éstas pérdidas, una pérdida irrecuperable, una tragedia. Es muy difícil hacerse a la idea cierta de lo que está sucediendo… pónganse a contar: 1, 2… 9… 34… 89… 156… 389… 901… 2.356…7.888… 12.032… 30.004… 56.007… 129.899… 188.003… 215.001… es, ¡tremendo! Tremendo en sí, tremendo también, porque muchos de ellos no tendrían que haber muerto.
La segunda es, no ya crisis sino la tempestad económica que se aproxima. Su verdadero alcance: una incógnita; lo incuestionable es que será de proporciones hasta ahora desconocidas porque nunca ha ocurrido lo que ahora está sucediendo; nadie, con un mínimo de sensatez y prudencia, puede asegurar qué terminará por hacer con el mundo en el que, hasta ayer, vivimos.
La tercera, es la ‘cuestión’ política, y me refiero a lo que están haciendo –en política, no en el desastre con el que están ‘gestionando’ esta tragedia-, me refiero a muchas de las ‘medidas’ que se están tomando, que afectan directamente a nuestras libertades y, por tanto, a nuestras vidas en el futuro inmediato y en el menos inminente también.
Mala cosa, la soberbia. Siempre mala, pero, cuando habita en quien poder ostenta… ¡mucho peor! Y, mire usted por dónde, en estas son en las que estamos. Soberbia: “altivez, apetito desordenado y exagerado de ser o estar por encima de los demás”, apostilla nuestro diccionario de la lengua; les facilito algunos sinónimos: engreimiento, petulancia, vanidad, jactancia, insolencia, endiosamiento, inmodestia, arrogancia… elijan, y vayan colocando las pegatinas en las solapas de las chaquetas, o vestidos, de quien nos desgobierna.
Una de las ‘menestras’ -Celaá- dice: “No podemos aceptar mensajes negativos…”, y se queda tan pancha. A otra -Montero- no se le ocurre ninguna otra barbaridad más que esta: “El mejor tributo a las víctimas es apoyar al gobierno…”, y tan tranquila. Un “menestro” -Marlaska-instruye a la Guardia Civil para que controle las comunicaciones “susceptibles de generar estrés social y desafección a instituciones del gobierno…”, tan campante.
Es un hecho, lamentable pero cierto, que los comunistas están en el gobierno de España, así lo ha querido Pedro Sánchez. Las consecuencias, previsibles, de esta catástrofe no se están haciendo esperar. Los intentos por censurar todo lo que se pueda, y lo que no se pueda, están a la orden del día. “Los medios de comunicación deben estar bajo el control del Estado”, lo escupe –éste escupe, no habla- el ‘marqués de Galapagar’ que, como no sabe lo que es la vergüenza, pues claro, no la siente. “En política no se pide perdón, se dimite”, decía el mismo botarate bolivariano cuando rumiaba sus rencores por los descampados de la Oposición, hoy, bien asegurado su culo con ‘loctite’ a la poltrona de una vicepresidencia, no sé cuántos ‘perdones’ lleva pedidos, pero… ¿dimitir…? ¿Cómoooool? -Chiquito-. Ya yoooo… yo yaaaaa… ya si acaso mañana vemos… -Mota-. Me río, pero es para llorar.
‘Dictadura’ viene de eso, de ‘dictar’, de ‘imponer’: ‘Dictar’, imponer lo que hay que hacer y lo que no; ‘dictar’, imponer lo que se puede decir, escribir u opinar, y lo que no; ‘dictar’, imponer lo que hay que pensar o no; ‘dictar’, imponer cómo se puede vivir y cómo no está permitido hacerlo; ‘dictar’, imponer la marioneta, prohibir la persona.
‘Dictadura’, dice el diccionario, “es una forma autoritaria de gobierno caracterizada por un solo líder, o grupo de líderes, sin partido, o con un partido débil, que controlan a las masas, limitan el pluralismo político y reprimen los derechos y las libertades individuales”. No sé si a alguno de ustedes, siempre muy apreciados lectores, les suena próximo, vivido o muy cercano, algo de esto, a mí sí.
Hay personas, lo sabemos todos, sin ningún escrúpulo; personas muy capaces de utilizar y aprovechar cualquier situación, por muy trágica que esta sea o pueda llegar a ser, para intentar conseguir los fines que se han propuesto. Para ellos, el fin justifica los medios; y no importan cuáles sean los medios, repito: no importan cuales sean los medios: censura, represión, mentira, manipulación, castigo… dictadura…
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