La esquina

josé / aguilar

Sobresueldos en el PP

POR qué los llaman gastos de representación cuando quieren decir sobresueldos? ¿Por qué ese obstinado empeño de los dirigentes del Partido Popular en aparentar que viven de modo espartano y que la política los empobrece? ¿Por qué en vez de asignarse un salario decente se ponen uno muy por debajo de sus necesidades, hasta cicatero, y luego, a la chita callando, se regalan pluses por conceptos inventados?

Por disimulo, creo yo. Por hipocresía, pensarán los más rigurosos. Han descubierto que el alcalde de Sevilla y presidente del PP andaluz, Juan Ignacio Zoido, ha estado varios años percibiendo de su partido 25.000 euros anuales para complementar el sueldo que le correspondía como cargo público. Pero esto es como descubrir el Mediterráneo: lo mismo ha pasado con toda la cúpula del PP, de Aznar y Rajoy para abajo.

Salvo que se pueda demostrar que estos sobresueldos procedían de la financiación ilegal del PP (Bárcenas, Gürtel, etcétera), no se comprende muy bien cuál es el problema. Un partido, como una empresa, puede gratificar a sus directivos con pluses, bonus o incentivos por objetivos logrados si considera que el sueldo oficial resulta escaso para sus méritos, que necesita compensarles por la dedicación exclusiva que requiere la política a ciertos niveles o que su cualificación profesional hace que esté perdiendo mucho dinero al abandonar su trabajo privado anterior.

Si estas retribuciones añadidas se declaran a Hacienda, no hay más que hablar. O sí: que cuenten las cosas como son. Que no le digan más a la gente que los políticos ganan muy poco y admitan que a algunos les va muy bien económicamente. Con razón se resisten tanto a hacer públicas sus declaraciones de la renta y se controlan tan poco las declaraciones de bienes que han de presentar en los registros de los parlamentos y otras instituciones... Para que no se desvele esas relación turbia e hipocritona que mantienen con el dinero.

Ir con la verdad por delante les evitaría hacer el ridículo. Y lo hacen cuando presumen de una pobreza inexistente, cuando justifican sus sobresueldos por supuestos gastos de representación que ya están cubiertos por su condición de cargos públicos o cuando pretenden que la cantidad fija que le proporciona el partido obedece a su trabajo orgánico o sus responsabilidades internas (curioso, sean cuales sean, siempre las cobran al mismo precio).

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