RELOJ DE SOL

Joaquín Pérez Azaústre

Socialismo sin gente

ES posible vivir sin el PSOE? Seguramente sí, pero parece difícil. Hasta ahora, el partido socialista, obrero y español, como recordó Alfredo Pérez Rubalcaba, ha capitalizado gran parte de la conciencia progresista. Pero si él representa la renovación y un efecto revitalizador, tras su propio desastre electoral, ¿cuál será el destino del PSOE?

En un primer momento, podría pensarse que el reto prioritario del nuevo secretario general socialista es devolver la energía, la fe y el entusiasmo a un partido demasiado caído, noqueado, tras las últimas elecciones. Pero aunque éste fuera el reto prioritario -no lo es-, se encontraría con varias dificultades: en primer lugar, que no parece haberse puesto suficientemente en relieve que una proporción nada desdeñable de su gran caída nacional se debe, en parte, a ese efecto inverso que logró el candidato Rubalcaba: el hombre más fuerte del último Gobierno de Zapatero no podía representar un cambio con respecto a sí mismo. Quizá por eso ahora, en su discurso, ha estado veloz al distanciarse de su pasado reciente y ha dicho eso de que ya no hay que preguntarse por las causas de la derrota: porque las causas pasan por él mismo, y Rubalcaba lo sabe.

El reto, según él, es recuperar la confianza de los electores -el voto, el voto-: pero si no se analizan las razones que llevaron al descalabro anterior, si no se buscan remedios eficaces, ¿cómo pretende Rubalcaba que regrese toda esa confianza? ¿Sólo por una progresiva pérdida de simpatía del electorado hacia Rajoy? Si no se estudian las causas, se seguirá en lo mismo. Si se sigue en lo mismo, otros partidos se harán merecedores de la confianza de la izquierda y el PSOE habrá encontrado su iceberg.

El reto podría ser que buena parte de los ciudadanos que se ha manifestado en las plazas españolas, en lo que sí ha sido, de verdad, un acontecimiento histórico de escala planetaria, vuelva a sentir que el PSOE representa sus inquietudes, sus temores, sus sensibilidades. Algo de esto había en el discurso de Carme Chacón: un deseo de devolver el partido socialista al pueblo, donde no está ahora mismo. Pero es que la propia sonrisa inquebrantable de Carmen Chacón también es una prueba de este alejamiento, porque llega un momento en que la gente puede preguntarse: toda esta sonrisa, ¿a qué viene? Todas estas caras satisfechas, ¿a qué vienen? Estamos en la quiebra, tienen el desastre electoral más tremebundo y aquí todo el mundo tan contento.

¿Rubalcaba es la solución? Ahora debe serlo hasta el final: para seguir anclados en el aparato de hoy, con su propia inercia pantanosa, desde luego que sí. Pero una cosa es el aparato y otra la complicidad con una sociedad. Este congreso lo ha sido de partido de principio a fin y el mundo sigue fuera del partido.

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