Crónica personal

Alejandro V. García

Sofismas

SABEMOS desde los griegos que la oratoria es un arte para persuadir que se sirve de numerosos recursos y golpes de efecto, un arte tramposo en la medida en que la astucia juega el mismo papel que la verdad. Sin embargo, la oratoria, aunque esté plagada de anfibologías e inexactitudes, de ponderaciones y encarecimientos colocados expresamente para lograr una reacción determinada del auditorio, sigue siendo un arte, es decir una habilidad necesaria, y no una sucia trapacería siempre, claro, que no superen ciertos límites de deshonestidad o de artificio.

En el debate del lunes, los candidatos, convencidos de que el vértigo de las intervenciones impide comprobar la exactitud de las afirmaciones, recurrieron a tretas clásicas como mostrar grandes cartones con gráficos simplificados y estridentes (Rajoy) o mapas de carreteras reducidos (Zapatero) en los que el espectador sólo apreciaba una maraña de líneas cruzadas que, según la interpretación inducida, equivalían a un enjambre de autovías socialistas. Según publicó ayer El País, el duelo estuvo plagado de falsedades, insinuaciones, medias verdades y artimañas para ganar la confianza del televidente.

Los ejemplos son numerosos: no hay convocado un referéndum de secesión en el País Vasco (es una consulta sobre el derecho a decidir no autorizada aún por el Parlamento Vasco, donde el PNV no tiene mayoría); no es exacto que cuando Aznar llegó al Gobierno, España descendiera del puesto 11 al 21 en el Índice de Desarrollo Humano (fue un cambio metodológico); Esperanza Aguirre no afirmó: "Voy a suprimir la viviendas protegidas" (en realidad dijo "voy a suprimir las viviendas protegidas tal y como están ahora); es incierto que el PSOE no haya dedicado un duro a la integración de inmigrantes (desde 2004 se han invertido unos mil millones), etcétera.

¿Somos los espectadores completamente vulnerables? Por fortuna, no. La velocidad de acceso a los bancos de datos a través de internet permite que el desmentido sea una respuesta casi simultánea al embuste o la exageración. Pero esto, que lo sabe todo el mundo, lo ignoran los candidatos. ¿Cómo explicar si no el emperramiento de Rajoy en sostener que su primera pregunta en esta legislatura versó sobre el IVA? Mediado el debate, la transcripción literal de la pregunta y la respuesta ya estaba a disposición de los lectores. El Libro blanco del debate que exhibió Zapatero en su duelo ante Rajoy estaba efectivamente en blanco en el debate. Los socialistas tuvieron que apurarse para tener listo el documento 24 horas después y ponerlo a disposición de toda la comunidad de internautas que actuó como notario. Internet ha puesto límites a la ilusión de la sofística. Algo es algo.

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