O al menos ciertas es lo que se puede contemplar desde el observatorio cotidiano desde el que este columnista aprecia las ideas y venidas de nuestro devenir. Y lo de las sombras corresponde al ámbito de la política autonómica en materia laboral, más en concreto al manifiesto fracaso de Empleo en su intento de recolocar a los 1.900 extrabajadores de Delphi, de los cuales a fecha de hoy tan sólo 90 han logrado un nuevo puesto de trabajo, a la espera de las nuevas 350 colocaciones anunciadas para septiembre. La apuesta de la Junta por hacer del cerrojazo de Delphi un reto personal en sus políticas de amparo a los desempleados hizo correr en sus momentos ríos de tinta. ¿Dónde están las aireadas promesas de que ni uno de estos trabajadores , entre ellos bastantes jerezanos, se quedaría en la calle? ¿De qué han servido los miles de euros gastados en "formación" y reciclaje profesional? Pasados los meses, el tiempo nos viene a demostrar una vez más, al igual que en el caso de los exmineros de Boliden, que a la Junta no le corresponde el rol de apagafuegos cada vez que una empresa afincada en nuestra tierra presente un ERE. De lo que se trata es de impedir que los despidos masivos sean la única solución para hacer frente a una crisis que por todos los lados aprieta.

Por el sector de las luces nos trasladamos al territorio local. En su segunda edición de la "marea negra", leo con regocijo que por fin el gobierno local ha incluido el asfaltado de algunas avenidas y calles por cuyas mejoras ya hace algunos meses que alcé mi voz en este espacio, entre otras la Avda. de La Comedia, en el Almendral. Más vale tarde que nunca, y cuando la espera merece la pena a uno le queda mejor sabor de boca. Nos alegramos que los impuestos pagados por todos redunden en beneficio de la mayoría, y en este caso de una ciudanía que bien a pie o en automóvil transita a diario por nuestra ciudad. Lo bien hecho bien parece y no es necesario ponderarlo más allá de lo que resulta evidente. Las avenidas y calles de nuestra ciudad son sus arterias y desplazarnos por ellas con comodidad y sin el sobresalto de los baches es lo menos que se puede pedir.