¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Soraya, el error 'pizza'

Casado promete una vuelta a los principios más queridos de la derecha española: patria, familia e impuestos bajos

No le den más vueltas, el gran error estratégico de Soraya Sáenz de Santamaría fue la foto de la pizza. Ella quería dar la imagen de un equipo de trabajo dinámico y moderno, que no pierde el tiempo en viandas y caldos. Austeridad jansenista, actividad estajanovista y gastronomía de pura supervivencia. Pero el efecto de esa mesa sin la cortesía del mantel y el desorden de unas cajas que aún albergaban porciones del vil condumio fue muy diferente y remitía, más bien, a una comida de veinteañeros en un apartamento turístico. Así no come un líder de la derecha española. Frente a tan desagradable estampa, los siete ex ministros antisorayistas que se reunieron en el restaurante vasco Jai-Alai (a veces el euskera recuerda agradablemente al árabe) sí encontraron el tono justo: maderas nobles, carnes del gusto cristiano viejo, vinos de garnacha y tempranillo, y camareros que saben guardar las distancias.

La llegada de Pablo Casado al trono popular con un claro mensaje de vuelta a las esencias de la derecha no debe sorprender a nadie por dos motivos. El primero es porque responde a un axioma actual de la política global: cada vez que se abre una urna ganan las opciones antiaparato, y Soraya (con razón o sin ella) representaba al establishment del marianismo. El segundo motivo tiene que ver con lo que podríamos llamar la estrategia de la tortuga: el repliegue sobre uno mismo, la vuelta a las fuentes primordiales en unos momentos en los que la intemperie es más amenazante que nunca, empezando por la percepción de que los órdenes europeo y mundial están a punto de saltar por los aires. Pablo Casado, Pedro Sánchez, Trump o Putin, pese a sus evidentes diferencias, tienen en común que han sabido vender hábilmente la idea de que ellos encarnan dos conceptos aparentemente contradictorios: la ruptura y la tradición.

Un mesón español representa la seguridad de las viejas ideas e instituciones; unas porciones frías de pizza sobre una mesa desnuda de oficina, sin embargo, nos remite a un mundo hostil, sin principios ni consuelo. Pablo Casado promete una vuelta a los principios más queridos de la derecha española: patria, familia e impuestos bajos. Con el tiempo, si llega algún día a gobernar, veremos en qué quedan estas palabras. Probablemente serán jibarizadas por la realidad, siempre empeñada en su complejidad y pluralidad. Pero eso no tocaba ahora, sino ganar unas primarias ante 3.082 compromisarios del macizo de la raza. Cada momento tiene su discurso.

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