Sorolla está por fin en El Prado. No sólo el Sorolla luminoso de playas, velas al viento y sombrillas, sino también el iluminado por el realismo social, el deslumbrante retratista seguidor de Velázquez y el poderoso autor de la tópica "Visión de España".

Sorolla supo titular sus obras de contenido social. Su "Triste herencia" refleja un grupo de niños, algunos tullidos, en una playa junto al fraile que los lleva. Ese cuadro me trae una imagen de la infancia, en Chipiona, detrás del Santuario de Regla, dónde había un colegio desde el que bajaban a la playa grupos de niños, algunos con poliomielitis, no se me olvida. "Dicen que el pescado es caro" es otra obra cargada de realismo social, que representa el sufrimiento que hay detrás del pescado que comemos y lo hace a través de una escena escorada, en la que aparece un barco, que nos da la sensación de movimiento, y en él un pescador herido por la dureza de su tarea.

Sorolla gozó en vida de reconocimiento mundial. Su pintura, seguidora de Velázquez y de los impresionistas franceses, amable, generalmente de gran formato, culmen del luminismo, es muy fácil de entender y disfrutar. Tanto que se puede llevar a un niño para que se deslumbre.

Hemos podido ver su obra por separado pero esta es una oportunidad única de ver su trayectoria, con más de 500 pinturas en el lugar en el que él las soñó colgadas, en el Mueso del Prado, junto a los grandes.

Para ver la España de finales del S.XIX y sus dos caras, tendríamos que ver, junto a Sorolla, a Zuloaga y a Gutiérrez Solana. Estos dos últimos pintores, sobre todo Solana, representan una España negra, tenebrista, de Goya y de Valdés-Leal, una obra llena de carga social y feista expresada con crudeza y dramatismo, seguidora de la generación del 98 y de Valle-Inclán y sus esperpentos. Es tan verdad como la luz cegadora de Sorolla. El arte, no lo olvidemos, nace siempre de la realidad.

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