AHORA resulta que todo el mundo es del Xerez. Incluso a todo el mundo, de la noche a la mañana, le ha entrado una afanosa afición por el fútbol. Esto no tiene solución, porque estamos entrando a saco en la parafernalia de la celebración donde no es lo mismo el interés por hacer deporte que la vacía necesidad de ocupar el tiempo. Si nadie lo remedia, a partir de ahora vamos a asistir a muchos días de carnaval jerezano con único disfraz y letrillas improvisadas dedicadas a la champions y a los atributos sexuales de jugadores de fútbol. Es más, a Esteban ya le han concedido la alcaldía perpetua y a los jugadores, será por glorietas, les van a regalar una rotonda a cada uno.
Serán primeras páginas de suplementos dominicales, horas de radio en largueros de programas deportivos, minutos de prime time en reality shows, y sobre todo, mucho tema de conversación en tertulias de bares. Lo de subirse al caballo azul y blanco está de moda porque apostar a caballo ganador es muy fácil al jugar de antemano con ventaja. Pero lo que aún no sabemos es en cual de los caballos se producirá la escenificación de la monta y quién será la primera persona en subirse. Aunque lo imaginemos. De ventajistas de poca monta y de alumnos aventajados de lo superficial estaremos rodeados estos días. Los que sienten que algo está fallando en la sustancia gris se pueden sentir como marcianos dubitativos de su acreditada seriedad y como especímenes en extinción del actual milenio.
La fiesta de la bulería de primera, a pesar de los pesares, no acabará, sin más, con la cuestión. En el mundo actual se ventila, planteada en términos de filosofía antigua, la sumisión del hombre a los valores o de los valores al hombre, sin que esta dicotomía tenga que ver con la sobrenombrada evolución de las especies. Que visto lo visto la tenemos que poner en entredicho.
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