HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano

Subversión reaccionaria

De tarde en tarde, de muy tarde en tarde para ser francos, alguien joven o vestido como si lo fuera, nos aborda para decirnos unas breves frases que, en principio, no sabemos si son de elogio o de denuesto. Ayer mismo, anteayer para el lector, nos dijeron que nos habíamos convertido en un 'reaccionario subversivo'. Si no le hubiera seguido una velada amenaza, habríamos pensado que eran de elogio. En el Año de la Nana, cuando éramos progres o participábamos de muchos supuestos de la progresía, no se nos pasaba por la mente amenazar a ningún adversario, con no tratarlo estaba el asunto resuelto. Entonces conocíamos el valor de los silencios y de las palabras, y sabíamos que hay cuestiones de las que no se puede hablar sin desvirtuarlas, saberes que el retro y el neoprogre han perdido o nunca tuvieron. La inseguridad en las propias ideas necesita de unanimidades, lo que resulta fatal para el avance del pensamiento humano.

Una vez más nos ayuda el breviario de Gómez Dávila: "Digámosle claramente al adversario que no compartimos sus ideas porque las entendemos, y que él no comparte las nuestras porque no las entiende." La evolución de las ideas es inevitable. La perseverancia en las opiniones tenidas por 'progresistas de izquierda', una expresión que nada significa a poco que se piense, es porque un número mayor de tontos ha terminado por adoptarlas aquejados de dos enfermizas nostalgias: un pasado que nunca existió y un futuro imposible. El pasado lo conocemos y no hay sino aceptarlo de buen grado, analizarlo acaso sin pensar en cambiarlo; el progresismo creyente en utopías futuras no sabe el ridículo al que se expone cuando, tarde o temprano, el futuro se presenta. No vale el argumento de que ser hombres de nuestro tiempo es coincidir con las opiniones del mayor número posible de despistados y aun de imbéciles.

Un día salimos de un error soñado y sufrimos un tiempo la leve humillación de rectificar: la vida no tiene solución y, si la tiene, está en nosotros, no en las ideas políticas, porque las ideas políticas no pueden coincidir, para tener éxito, con la naturaleza del hombre. El pueblo incauto busca en sus gobernantes las soluciones que no ha sabido encontrar ni le han enseñado a buscar. El progresismo de izquierda, esa aberración del lenguaje, aprovecha el desamparo humano para prometer remedios a cambio de gregarismo e indigencia mental. Ser 'reaccionario subversivo' sería apartarse de un ambiente de progresismo absurdo, como si éste fuera estanco o un sistema científico para realizar utopías y resolver los problemas eternos de la especie humana. Los retros y los neoprogres deberían estarnos agradecidos en lugar de amenazarnos o insolentarse con nosotros por inseguridad en su fe. Se la reafirmamos: "Los reaccionarios les procuramos a los bobos el placer de sentirse atrevidos pensadores de vanguardia." Les damos confianza en sus errores y nos pagan con insolencias.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios