Sucesiones

Las quejas contra el impuesto de Sucesiones no venían de plutócratas ni de megapijos, sino de gente de la clase obrera

Media tarde en uno de esos hornos-cafetería donde se vende toda clase de pan, hasta el punto de que uno nunca acierta cuando señala lo que quiere ("¿Una barra gallega? ¿La cortijera? ¿La artesana multicereal?"). Hoy hay poca gente y mientras tomo el café -buenísimo- oigo conversar a las dos empleadas que atienden la barra y que ahora pueden disfrutar de un breve descanso. Una tiene unos cincuenta años. La otra es joven y no debe de pasar de los 20 años.

-Lo del impuesto de las casas es un robo -dice la mayor.

-Te lo quitan todo -contesta la joven.

-A mi cuñada le quitaron la casa de su tía. Una mujer que había trabajado toda su vida y que no tuvo hijos y que le había querido dejar la casa a su sobrina. Pues ya ves, mi cuñada no pudo pagar lo que le pedían y se la quitaron.

-Di que sí.

-Te quitan lo que la gente ha reunido trabajando toda la vida. Con sus fatiguitas. Ahorrandito lo poquito que tenían. Y cuando te mueres pensando que les vas a dejar algo a los tuyos, pues van y se lo quitan. Eso es robar.

-Tú lo has dicho: eso es robar.

-Y eso que dicen de que es un impuesto para ricos no es verdad. Los ricos no lo pagan. ¿O te crees tú que la del Santander lo paga? Todos esos tienen sus triquiñuelas y sus abogados que saben mucho.

-Di que sí. Sólo lo pagamos nosotros.

-Por 3.000 euros le quitaron el piso de sus padres a mi vecina.

-¿Por qué?

-No los tenía y no pudo pagar. Y se lo quitaron.

-Ya ves, los que menos tienen, ésos son los que pagan.

-Y si al menos el dinero fuera para hospitales… Pero bien que se lo gastan ellos en sus chóferes y en sus sueldazos.

-Para esos nunca hay crisis. Como que ellos se van a olvidar de subirse el sueldo…

-Lo mires como lo mires, eso es robar.

-Di que sí.

Ahí se acabó la conversación. Entró un cliente y la chica joven se fue a despachar, pero ésta es la opinión de dos mujeres que conocen la precariedad y que cobran sueldos de miseria. Esas quejas contra el impuesto de Sucesiones no venían de plutócratas ni de megapijos, sino de dos representantes de la clase obrera, o de lo poco que queda de ella. Aquí dejo su testimonio, por si alguien quiere tomarse la molestia de leerlo.

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