La tribuna

Rafael Rodriguez Prieto

'Superbowl' y 'supermartes'

ES uno de los momentos más relevantes del año. No me refiero a la fase final de las primarias estadounidenses, sino a algo mucho más espiritual, intenso y prácticamente religioso: la Superbowl o final de fútbol americano. Una especie de Real Madrid-Barcelona, pero multiplicado varias veces. Los anuncios más caros, el más vasto despliegue de medios de comunicación, las reuniones más cerveceras y grasientasý

Pero esto no es artículo deportivo, así que retomemos otra Superbowl que está a punto de enfrentar a Barack Obama contra Hillary Clinton. Esta final es llamada supermartes y consiste en que varios Estados votan en un mismo día a su candidato a la presidencia de EEUU. No obstante, puede que haga falta acudir a la prórroga; es decir, a las últimas votaciones en los Estados restantes, si los resultados son muy ajustados. Según las encuestas, la distancia entre los dos finalistas demócratas es corta.

Obama llega hoy al supermartes habiendo recabado relevantes apoyos. Algunos como el del candidato fracasado en 2004, John Kerry (hay cariños que matan), y otros con una fuerza simbólica muy relevante, como el de los hermanos de John F. Kennedy. Hillary no ha recibido apoyos de tanto relumbrón, aunque no le faltan ni los respaldos mediáticos (Murdoch) ni los financieros. Clinton ha contado con su esposo Bill, que ha hecho el papel que Alfonso Guerra interpretaba en tiempos de Felipe González.

La batalla en el lado republicano está prácticamente decidida. Si Rambo ha escapado del Inserso y regresado a los cines cuando nadie lo esperaba, con el candidato John McCain ha sucedido algo similar. El senador por Arizona ha renacido de sus cenizas como el fénix que da nombre a la ciudad más importante del Estado que representa. Después de unos inicios duros (falta de dinero, de apoyos y rechazo desde su propio partido), John McCain será, casi con toda probabilidad, el candidato republicano para 2008, después de que en 2000 le fuera arrebatada la nominación por George W. Bush y, más concretamente, por su estratega o jefe de Propaganda, Karl Rove, quien se distinguió por su gran capacidad para inventar y difundir mentiras sobre él.

Los héroes de guerra tiran mucho y McCain además fue a Vietnam como Rambo. Este senador de 71 años, con más cicatrices que Frankestein (como le gusta decir), apoya la guerra en Iraq, aunque su posición es inequívoca a favor de aclarar los turbios manejos contables de la Administración Bush y contra el uso de la tortura con los presos. Él mismo fue torturado y aún le quedan signos de sus días de cautiverio. Ha mantenido posturas combativas contra la concentración de los medios de comunicación y parece acompañarle un halo de honestidad que falta hace después de los desmanes de esta administración. El Governator de California ha sido su último gran apoyo, aunque no podemos menospreciar el de su madre de 95 años, que ha dicho lo que todos trataban de callar: que en el Partido Republicano no goza de muchas simpatías. Las madres son las madres.

Mucho tendrá que hacer el próximo presidente. El pasado viernes, en el programa del periodista Bill Moyers, vimos un reportaje en el que se ponían sobre el tapete los sospechosos contratos que ha realizado la Secretaría de Estado en Iraq. Diversas empresas se han beneficiado de ellos en condiciones escandalosas, entre las que destaca la designación a dedo, la utilización de mano de obra esclava o la perenne falta de seguridad con la que trabaja el personal en Iraq. Un político republicano decía en ese mismo programa: "Nuestros soldados responden ante la Constitución y el pueblo estadounidense, pero las empresas de seguridad como Black Water sólo ante sus accionistas. ¿Por qué contratamos seguridad privada en Iraq?"

Recesión económica y salud son otros desafíos que la siguiente Administración deberá afrontar. Contraer una enfermedad grave en este país puede convertirse en sinónimo de bancarrota. El problema de las hipotecas de alto riesgo continúa. La morosidad en las familias no deja de crecer. Hasta hoy, una de las pocas recetas que constantemente ha ofrecido la Administración Bush ha sido bajar impuestos directos mientras todo los servicios se encarecen.

El otro día le comenté a un amigo y colega que en España tenemos un sistema sanitario publico y universal que permite a las personas no arruinarse si se les diagnostica una enfermedad grave. Su respuesta fue rápida: "¿Cómo podría nacionalizarme?". Creo que ser patriota en el siglo XXI no es enfundarse en una bandera, un himno, con o sin letra, o quejarse constantemente de todo como nuestros egoístas, racistas y lloricas nacionalistas de andar por casa. Ser patriota es proteger y estar orgulloso de cosas como nuestro sistema sanitario público (mejorable, seguro que sí) que han ayudado a construir generaciones de españoles con su trabajo y esfuerzo.

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