Las empinadas cuestas

amparo / rubiales

Terrorismo machista

ACABÓ agosto y, como era de prever, estamos peor que antes. La realidad es dura y difícil de obviar. La sensación de angustia se incrementa. Vivimos momentos tenebrosos y no hay más que ver la situación mundial de destrucción y muerte de seres humanos en la que estamos inmersos, sin que nuestro primer mundo sepa reaccionar.

En España también seguimos acostumbrados al incremento de las injusticias, de las desigualdades y de un brutal terrorismo machista que es ya insoportable, pero parecemos inmunizados ante tanto dolor como provoca y no reaccionamos. No ha habido ni una sola manifestación masiva de repulsa contra esta lacra, como las que se producían en los años terribles del terrorismo etarra.

La violencia contra las mujeres es también terrorismo, aunque así no queramos denominarlo. La RAE, de la que, por otra parte, no soy muy partidaria por su defensa a ultranza del lenguaje sexista, lo define como "sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror", y eso precisamente es lo que hacen los asesinos machistas.

El machismo quiere dominar y recurre a la violencia, ejerciéndola de mil maneras, de forma cotidiana y continua y cuando las mujeres se rebelan, las matan. Miguel Lorente escribe que nuestra sociedad cuenta con un mecanismo de seguridad muy eficaz ante la violencia de género y es la creación de estereotipos: mala mujer o provocativa; para él, alcohólico o en paro. Sin embargo, la violencia está generalizada y no consiste sólo en agresiones físicas ni siempre termina en asesinato, pero cuando esto ocurre hay que hablar de terrorismo machista. Cinco mujeres asesinadas en una semana, nueve en el mes de agosto, cuarenta desde comienzos de año, son cifras más que alarmantes como para que gritemos BASTA YA y se produzca una reacción social, que debería liderar el Gobierno.

Con más asesinatos de mujeres, hay menos denuncias. Lo ocurrido con la violación en la feria de Málaga es, con todos mis respetos, de película: vean Acusados, de Jodie Foster. De las más de cuarenta mujeres asesinadas sólo once habían denunciado, porque ni creen en su eficacia ni quieren que las culpabilicen. Hay que educar en igualdad: en casa, en el colegio, en la vida. Tolerancia cero hacia cualquier forma de machismo que sólo provoca violencia y terror. Recortar derechos de las mujeres es otra forma de violencia.

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