Alberto González Troyano

Tiempo para pensar

Brindis al sol

Se abre un elástico periodo para pensar en esas cosas que, en Andalucía, siempre andan sueltas, sin que nadie las hile

27 de abril 2020 - 01:36

Ferias, fiestas, veladas, romerías y otras tantas actividades parecidas canalizaban parte primordial de la energía, pensamiento e ingenio de los andaluces. Pero los acontecimientos precipitados en estos últimos meses indican que esas citas preparadas y aguardadas, en años anteriores, con tanta ilusión se han desvanecido de momento. Otro tanto puede añadirse de los demás espectáculos que exigen espacios públicos y abiertos. Y, como consecuencia, habrá quién se pregunte: ¿Qué hacer con ese esfuerzo, con el empeño que antes se ponía en alimentar costumbres tan arraigadas? ¿Cómo reorientarlo hacia nuevos fines? ¿Qué hacer con esos políticos, funcionarios, asesores, dedicados a organizar y llenar de vida, cultura y ensueños, las ciudades andaluzas? Y alguien, una voz, podría responder de forma un tanto primaria: ¿No sería la ocasión para pensar "aquello" que nunca hay tiempo suficiente para pensarlo? En estos días se han suspendido hábitos y tradiciones. La interrupción puede ser breve, o alargarse. Pero, mientras tanto, se abre un elástico periodo para pensar en esas cosas que, en Andalucía, siempre andan sueltas, sin que nadie se atreva a hilarlas y a coordinarlas. Y, esa misma voz, algo ingenua tal vez, pide que se abra una especie de convocatoria general para replantear, para repensar una "idea" ambiciosa de Andalucía. Esa idea-programa que nunca acaba de articularse, porque unos (los políticos) andan siempre con prisas, movidos por las urgencias de lo inmediato y rentable, y los otros (los más dados a reflexionar y escribir) se mantienen aislados y se ven obligados a cultivar sus frutos en sus respectivos reinos de taifas. Y el eco que obtienen apenas traspasa las ventanas de los vecinos más próximos. Por eso -continúa la misma voz- la situación actual podría ser propicia para pensar en una gran propuesta que mirara más allá de solventar los duros y difíciles problemas inmediatos. Eso debe ser lo primero. Pero paralelamente a eso, la energía institucional -que ahora ya no absorben las tradiciones suspendidas- encontraría un buen cauce concibiendo un gran libro, un libro blanco repleto de datos y esperanzas. Un libro en el que se inscriban los problemas que acucian a estas tierras desde tiempos muy pretéritos. La iniciativa, el encargo de su redacción, cabría esperarlo de los responsables políticos, pero la letra, el contenido, tiene que ponerlo esa sociedad civil andaluza que debe ser convocada porque está preparada intelectualmente para ello y aguarda ese reto.

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