Cuarto de Muestras

Tiempo de silencio

Es un tiempo que no da tiempo al tiempo

Ses este un tiempo ruidoso de escándalos chicos que copan a diario los titulares de las portadas y se olvidan al momento. Es tiempo de sobrexposición voluntaria porque la gente tiene necesidad de contar de sí mismo y de mostrarse. Tiempo de presencia en las redes para poder escudriñar lo cotidiano de los demás. Tiempo de pertenencia a grupos de whatsApp de los que no puedes salir sin pecar de grosero. Tiempo de ocurrencias a golpe de Twitter. Tiempo de buscar al otro a ciegas arrasando nuestra intimidad y nuestros deseos, enseñando, quizás, demasiado de nosotros mismos. No es tiempo de silencio.

No seré yo quien apedree a este maravilloso invento subyugante en todas sus vertientes para los que nos gusta observar al prójimo y deslumbrarnos a cada instante por lo inmediato e impreciso que la vida nos regala. Esta comunicación que nos permite estar en todas partes, incluso donde no sabíamos que queríamos ir y encima gratis o al ínfimo precio de la calderilla de información que vamos dejando sobre gustos y costumbres. Dentro de apenas unos siglos se valorará objetivamente esta imprenta sin tinta que son las redes sociales y el cambio que ha supuesto para el mundo. Eso sí, tiene otro precio que es mucho más imperceptible. Arrasa la mirada lenta, perdemos la capacidad de detenernos tanto en lo frívolo como en lo trascendente porque todo tiene el mismo peso en este mundo ingrávido, irreflexivo y efímero. Es un tiempo que no da tiempo al tiempo.

Un emoticono vale más que mil palabras, es más rápido y cómodo y, encima, nos iguala a los demás en lo que más nos une, que es un mismo lenguaje en el que se borra la palabra, pero se exhiben los sentimientos con el grado de impostación o sinceridad del que cada uno es capaz.

No cambiaría el tiempo que me ha tocado vivir por ningún otro, y mientras escribo este artículo me habré asomado unas cuantas veces al teléfono para ver si alguien me ha escrito o sonreído, para confirmar lo de siempre, que no estoy sola en esta nueva inmensidad que hemos creado. Pero, incluso en medio de esta convulsión que atrapa, me gustaría ser capaz de buscar el silencio y de encontrarlo. Dar un paso atrás, saber esperar lo que la vida vaya trayendo por sí misma, mirando a la ventana, leyendo el libro al que me abrazo, sintiendo a la persona que tengo al lado o buscando estas letras torpes que escribo lentas e inseguras. No conozco nada más elocuente que el silencio

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