La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Tiempos ridículos

Según el diputado de la CUP Carles Riera, la actuación de la agente agredida fue una "ejecución extrajudicial"

Un tipo entra en una comisaría armado con un cuchillo de gran tamaño y, al grito de "¡Alá!", se lanza contra una agente que, tras conminarle varias veces a que se rinda y efectuar un disparo al aire, se ve obligada a dispararle causando su muerte. El sorprendente resultado es que se carga contra la agente, se niega que se trató de una agresión de carácter islamista para decir que fue una búsqueda deliberada de la muerte como redención religiosa y el abogado de la familia afirma que el agresor no tenía "en absoluto" la intención de cometer un atentado terrorista y que no llevaba un cuchillo de "grandes dimensiones", sino "un cuchillo normal", por lo que "no era necesario disparar para neutralizarle".

Y no es esto lo peor, porque la familia tiene derecho a denunciar lo que estime conveniente, sino que movimientos ciudadanos, opinadores que cultivan ese humanitarismo selectivo que vuelca su compasión en los agresores en vez de en los agredidos y partidos políticos acusen a la agente, llegando el diputado de la CUP Carles Riera al extremo de calificar su actuación como una "ejecución extrajudicial". La justiciera de la noche, Harry la sucia o la equalizer, vaya.

El sentido común dice que la hipótesis de la autoinmolación redentora llevándose de paso a cuantos pueda por delante es incompatible con la del suicidio. Este es siempre un acto individual salvo en el caso de fanáticos que se inmolan (según la RAE inmolación es sacrificio de una víctima como ofrenda a una divinidad) causando otras muertes para añadir méritos a su acto.

Se habla también de proporcionalidad. ¿Debió la agente enfrentarse a él con otro cuchillo de 20 centímetros para que fuera una lucha entre iguales? ¿Debió seguir disparando al aire hasta que el individuo la apuñalara? ¿Debió herirle con tanta puntería como para neutralizarlo sin matarlo y a la vez impidiendo que él, aún herido, la atacara? Esto último es posible si media una distancia que permita disparar fuera del alcance del agresor pero, por lo que se sabe, difícilmente puede hacerse cuando se huye por un pasillo estrecho con el atacante intentando apuñalarla. La juez ha rematado la cadena de disparates preguntándole a la mossa si los policías tienen algún protocolo que les indique -¡atención!- qué hacer si alguien se acerca a un agente empuñando un cuchillo y gritando Alá. La mujer, lógicamente, ha respondido que no. Ridiculum tempora.

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