Crónica Personal

Todas las manos son pocas

No se comprende, por tanto, que se hurte a los españoles la posibilidad de ser vacunados lo más pronto posible

Varias comunidades han admitido abiertamente su disposición a acudir a la sanidad privada como apoyo a la campaña de vacunación masiva, más urgente que nunca en esta tercera y peligrosa ola, más la llegada a España de la misteriosa cepa británica que se está cobrando muchas más víctimas de las que se preveían.

Entre esas comunidades, algunas cuentan con gobierno socialista, o independentista como la catalana, con un presidente de ERC. Sin embargo, hasta que el Gobierno madrileño no ha anunciado que tiene ya preparado el presupuesto necesario para costear la colaboración de la sanidad privada, no se han escuchado las voces de la izquierda con descalificaciones hacia Isabel Ayuso que en algunos casos venían con un tinte machista que empieza a ser habitual en una izquierda que presume de su lucha por la igualdad.

Ante una pandemia todas las manos son pocas. De la misma manera que se acepta no sólo con agrado sino también con entusiasmo la ayuda del Ejército, fundamental en el traslado y distribución de las vacunas, en el rastreo de infectados y en llegar allí a donde no podían llegar otros cuerpos e instituciones.

Sería desastroso que por el hecho de haber tomado Ayuso la iniciativa, el Gobierno central se niegue a aceptar la colaboración de la sanidad privada. No es cierto que eso signifique que tendrán privilegios los que puedan pagar sus vacunas. Si se produce esa colaboración, los centros privados trabajarían codo a codo con la sanidad pública, que marcaría marca las pautas. Hoy nadie puede ser vacunado en un centro privado, ni siquiera pagando. Si hay acuerdo, los centros privados pondrán las vacunas de forma gratuita a las personas que indiquen las autoridades sanitarias y manteniendo el calendario, prioridades y ritmo impuesto por ellas. No se comprende, por tanto, que se hurte a los españoles la posibilidad de ser vacunados lo más pronto posible en igualdad de condiciones entre los atendidos en un centro público y uno privado.

La política no puede ser la que marque el criterio de lucha contra una pandemia mortal. A Ayuso, que ha cometido errores de bulto, fue crucificada cuando decidió confirmar Madrid por barrios para impedir los contagios o cuando construyó en apenas unos meses un hospital específico para pandemias. Los confinamientos por barrios lo aplicaron después otras regiones, de diferente signo político. Y el hospital Isabel Zendal tiene hoy gran parte de sus camas y UCI ocupadas, lo que significa que era necesario. Los españoles merecen que ante el Covid los gobernantes se muevan por criterios sanitarios, no para sacar ventajas políticas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios