EL PERISCOPIO

León Lasa

Toros no (chuletón tampoco)

La prensa extranjera ha estado presta a asociar la prohibición de los toros y la sentencia del 'Estatut'

Amediados de esta semana que agoniza la noticia de la abolición de las corridas de toros en Cataluña -con una moratoria hasta el 2012- ha sido portada de todos los periódicos nacionales. Y también de muchos extranjeros. Hasta el punto que el prestigioso The Guardian -probablemente el mejor diario de Gran Bretaña- titulaba la información de la siguiente manera: Catalonia votes to ban bullfighting. Y continuaba  señalando en la entradilla: Animal rights campaigners celebrates as Spain´s most emblematic sport is banned by Catalan parliament. Quizá esa propaganda gratuita fuera el principal objetivo de la medida: presentarse ante el mundo como un territorio moderno y diferente (del resto). 

En cualquier caso, el corresponsal británico señala que la votación de algunos parlamentarios pudo haber sido una contestación airada a la reciente sentencia sobre el Estatut, y recuerda las connotaciones políticas que han rodeado la polémica sobre la abolición. Al respecto, no estaría de más reseñar que en la misma Gran Bretaña, la caza del zorro, otro deporte popular tildado de cruel, se proscribió en el 2002 en Escocia. Y dos años más tarde en Inglaterra y Gales. También allí la prohibición fue acompañada de una  fuerte controversia política trufada de insinuaciones clasistas.

No es fácil imaginar una sociedad digitalizada, invadida de gadgets por doquier, donde se acaba el campo virgen, desvinculada por completo del entorno natural y, a la vez, con una afición creciente a los toros en los jóvenes. Por suerte o por desgracia -eso dependerá de cada uno-, la Fiesta va a menos como consecuencia del devenir del mundo en el que vivimos.

Aunque no se debe olvidar que buena parte de la culpa de la supervivencia de las grandes dehesas ibéricas la tiene precisamente el toro bravo (qué paradoja ecológica) quien, durante cuatro o cinco años, se regala una vida de privilegio comparada con la otros animales estabulados. Por eso, ante la polémica, me pregunto: ¿podemos censurar las corridas mientras nos zampamos una pechuga de ave que no se ha movido de una jaula desde que nació? ¿Tenemos derecho a tachar de salvajada la lidia a la vez que permitimos los toros embolados y los correbous? ¿Llegaremos en esta marea de corrección política a prohibir los encierros por el estrés que les pueda causar a los toros?

No descartemos nada. Pero si me dieran a elegir en una hipotética reencarnación entre un toro de lidia, cualquier otro animal de granja o un bogavante que no sabe qué le espera más allá del acuario lo tendría claro. Salvo que la opción incluyera a la vaca de Kobe. Sobrevivamos a las vacaciones.

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