Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Tradición y contradicción

Eliminar el festivo del Día de la Merced acaba con años de historia y crea un conflicto de manera absurda y gratuita

Siento envidia sana de ciudades que han hecho de sus tradiciones un modo de vida. Tradiciones respetuosas, que no hagan daño a nadie, por supuesto, que no hay nada peor que tirar una pobre cabra por un campanario. Las hay que rememoran un hecho histórico y, de paso, hacen caja por disparar a la misma hora todos los días un cañón o hacer que unos soldados cambien de guardia ante un palacio o hacer sonar cada hora un reloj con figuritas, por poner unos ejemplos. Y allá que van miles de personas a ver todo eso y a hacerse fotos, sin que nadie se haya planteado ni de lejos eliminar esas costumbres.

Las tradiciones (insisto, civilizadas) marcan el ADN de un pueblo o ciudad, transmiten valores en muchas ocasiones y crean un nexo común entre miembros de una comunidad. La pisa de la uva en Jerez es un acto simbólico que no por repetido deja de crear atracción cada año. Ojalá fuese aún más multitudinaria la asistencia, por supuesto. Pero, ¿qué conseguiríamos eliminándolo? ¿Y qué se pierde celebrándolo? ¿O no han quedado en el olvido aquellas 'Fiestas de Otoño' que trataron de acabar con las de la Vendimia, hoy recuperadas? Son actos que hay que seguir celebrando como una seña de identidad de una ciudad que da nombre a un vino universalmente conocido, tratando de darles cada año la máxima dignidad e incluso introduciendo elementos de mejora que no afecten a su esencia.

Si a las tradiciones añadimos un elemento tan íntimo e importante para muchísimas personas como es el religioso, entonces estamos ante algo mucho más serio. Y jugar con ello, sin necesidad, es una cuestión que no se entiende. El gobierno municipal descubrió por casualidades del calendario que la Feria del Caballo podía tener más días de fiesta, haciendo así más atractiva la visita de personas de otras comunidades. Tentado de seguir en esa línea, el pasado agosto se deslizó un 'error' en una nota de prensa -luego anulada- que anunciaba la eliminación como festivo del Día de la Merced de 2018 para pasarlo al 7 de mayo, lunes de Feria del Caballo. Fue tal el revuelo causado en apenas unas horas que finalmente decidió el gobierno local que el asunto se aborde en un próximo pleno. Pero el rechazo que entre una amplia mayoría social tiene ya siquiera esa pretensión es suficiente como para que la medida, que contaría con un enorme rechazo ciudadano, no salga adelante. ¿Qué necesidad hay de enfrentar a los jerezanos? ¿No hay suficientes días en una feria que es de sábado a sábado (un acierto)? ¿No ha funcionado bien la Feria del Caballo desde hace más de medio siglo sin necesidad de aportarle días de fiesta a costa de un día que lleva siglos siendo no laborable? Si alguien quiere ir a los Sanfermines, a las Fallas o al mundial de fútbol de turno, no espera a que haya días festivos alrededor. Se pide los días de permiso, va y punto.

Si se trata de ganar más en la Feria, también hay que ver a qué precio y no me refiero a dinero. Ojo con tocar las tradiciones. Si lo que se pretende es ganar visitantes y nombre para una ciudad, podemos estar ante un claro caso de que lo que se gana por un lado se pierde por otro. Y éste último, además de no tener precio, luego no se puede recuperar.

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