Turismo rural

Los gallos tienen todo el derecho (hablando en un perfecto posmodernés) de cantar a las 5 de la mañana

Recuerda Emmanuel Lévinas que la Torá advierte de que si todos están de acuerdo en que alguien es culpable, conviene soltarlo: es inocente. Es una receta infalible contra las crisis sacrificiales, el chivo expiatorio y la ley de Lynch. Por lo cual, contra la opinión unánime, voy a defender al dueño del hotel rural de Asturias que ha protestado por el gallinero que tiene pegado a su edificio, y que pone en planta a sus clientes a las cinco de la mañana, nada más y nada menos.

No digo que no tenga razón el crítico rural y viral que argumenta que si se va al campo, en el campo hay gallinas, bostas, moscas y todo eso. ¡Naturalmente (nunca mejor dicho)! ¿Entonces por qué defiendo yo al "carapijo" [así le llaman en el vídeo] del dueño del hotel. Pues precisamente porque el turismo rural no es el agro real, sino una ficción idealizada, un simulacro, como casi cualquier turismo.

¿O acaso también es lo más normal en el campo levantarte y encontrar un desayuno dispuesto a mesa y mantel con todo tipo de zumos tropicales y una variedad de quesos y los cereales integrales? ¿Y el aire acondicionado, qué? El turista rural es mucho más turista (sustantivo) que rural (adjetivo decorativo) y, siguiendo el hilo, el negocio del turismo rural, donde la España interior ha interiorizado tantas esperanzas, es más negocio sustantivo cuanto más turismo.

Los gallos tienen todo el derecho (hablando en posmodernés) de cantar a las cinco de la mañana, pero es complicado que unos señores que han ido al campo a sacudirse los nervios y a relajarse repitan la experiencia. Buscarán hoteles más pasteurizados, porque tampoco beberán la leche recién salida de la vaca, ¿a qué no? Así, poco a poco, tal y como funcionan los mercados con sus ofertas tentadoras y sus demandas tentativas, los hoteles rurales que ofrezcan una experiencia más aséptica de lo campestre, más romántica e insonorizada, como María Antonieta vestida de pastorcilla, irán funcionando mejor. Los que tengan a los gallos debajo del colchón irán quedándose in albis. Quizá hasta pierda el dueño del gallinero, si vendía sus huevos a los turistas, como suele suceder.

Lejos de mí meterme a solucionar un conflicto asturiano que me pilla lejos y distante, siendo el turismo, rural o playero, algo que evito en la medida de mis posibilidades. Sólo quería sugerir que por muy gracioso y unánime que sea el caballero de vídeo, hay otras perspectivas.

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