DE cuando en cuando se celebra en Jerez una exposición sobre Urbanismo local. Dicen que son ya cuarenta años de urbanismo democrático. Pareciera que las dictaduras grecolatinas no parieran buenos arquitectos y urbanistas. En cualquier caso, suficiente como para hacer balance. No suelen ser más que encuentros en los que sus protagonistas intercambian sahumerios y laudatorias. Con amplio despliegue propagandístico suelen ocupar el último equipamiento 'puesto en valor' que, a buen seguro, en unos meses será zahúrda abandonada. El urbanismo actual tiene algo de proyecto y nada de mantenimiento.

Ahora bien, tras un paseo por el casco histórico: la calle Justicia, Plaza del Mercado, Liebre, Juana de Dios Lacoste... hablar de urbanismo o de planeamiento parece una broma pesada. Y tras contemplar las viviendas adosados a la Ermita de Guía... una tomadura de pelo. Sería conveniente ir poniendo nombres y apellidos a los responsables de esta tropelía zarrapastrosa.

Porque realmente el problema es de nombres y apellidos. Hubo un tiempo en el que el urbanismo no era algo distinto de la arquitectura; y la arquitectura, como la pintura o la escultura, eran 'Las Artes'. El arquitecto era un Artista... para la técnica ya estaban los maestros de obra. Pero hoy, la arquitectura se ha convertido en una técnica y el urbanismo, en la caja registradora de los Ayuntamientos. Con la crisis, la caja ha dejado de registrar y en los departamentos de urbanismo pacen aletargados cohortes de empleados públicos otrora contratados por el brío de la corriente eléctrica.

Jerez precisa de artistas, con nombres y apellidos. A ser posible arquitectos -aunque no sería imprescindible- capaces de proyectar el Jerez de la segunda mitad del Siglo XXI desde los escombros que nos deja el urbanismo contemporáneo.

Desde el buen gusto... Desde el Arte.

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