Crónica personal

Pilar Cernuda

Urkullu mueve ficha

SE cuenta por los mentideros políticos, y lo cuentan sobre todo los policías y guardias civiles que continúan su trabajo de desarticulación de ETA, que la banda tiene prácticamente redactado el comunicado en el que anunciaría su disolución y entrega de las armas. Eso sí significaría el fin de la banda, aunque queda un detalle que daría valor a su nueva actitud, si efectivamente se trata de una nueva actitud: condenar el terrorismo y pedir perdón a las víctimas. El tiempo demostrará si son ciertos estos datos, que ojalá se confirmen, pero mientras llega esa fecha que algunas fuentes sitúan muy próxima, el lehendakari mueve ficha. Viaja a Madrid para reunirse con Rubalcaba, mantiene una entrevista en Moncloa con Rajoy de la que ninguno de los dos ofrece detalles pero sobre la que se especula mucho, y participa en un multitudinario e interesante desayuno informativo.

Urkullu no quiere quedarse al margen de lo que ocurra si se cumplen los pronósticos; quiere tener su papel en el proceso que se abriría si efectivamente desaparece ETA del escenario, aunque siempre quedará, por desgracia, el brazo político que la ayudó -incluso de forma activa-, jaleó y promovió, y que también por desgracia forma parte ahora de las más altas instituciones del Estado y del País Vasco gracias a la decisión absolutamente impresentable de un Tribunal Constitucional que enmendó la plana a una fundamentada sentencia del Supremo sin tener atribuciones para revisar lar pruebas. Y que ha hecho tarea imposible ilegalizar formaciones que provocan indignación como Sortu y Bildu.

Urkullu pretende que, cuando se produzca el comunicado, se premie a los presos con un trato de favor. Es evidente que el lehendakari quiere lograr cierto ascendente en el mundo abertzale que ahora vuelca sus votos sólo en los partidos afines a ETA; pero, afortunadamente para los que se alegran de que ETA haya dejado de matar pero no olvidan ni quieren olvidar lo que ha hecho durante décadas, cuántas han sido sus víctimas y a cuántos centenares de miles de familias españolas ha hecho vivir con la angustia y el miedo permanente, tanto Rubalcaba como Rajoy han trasladado al lehendakari el mismo mensaje: a ETA ni agua mientras no anuncie su disolución y entregue las armas. Y, una vez que eso ocurra, serán los jueces los que deban analizar uno a uno los casos de los presos. Y actuarán conforme marque la ley, sin saltársela ni un milímetro.

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