La ciudad y los días

Carlos Colón

Vacunación obligatoria

EL fundamentalismo médico-científico ha generado respuestas razonables (la eutanasia pasiva como miedo al encarnizamiento terapéutico) o irracionales (los movimientos antivacuna). La semana pasada dos noticias reflejaron estos miedos. El tribunal de Estrasburgo ha ordenado que se deje morir (y dejar morir sin hidratar y alimentar es una forma lenta de matar) a un ciudadano francés de 38 años que lleva siete en estado vegetativo tras un accidente. Lo más doloroso es que, dado que carecía de testamento vital, la batalla legal se libra entre una parte de su familia encabezada por los padres, que se niegan a que dejen morir (maten) a su hijo, y otra encabezada por su esposa, que desea que lo dejen morir (que lo maten).

Que el paciente no dependa de las máquinas -solo necesita ser alimentado e hidratado- hace más compleja la cuestión. El doctor, partidario de dejarlo morir (matarlo), ha dicho: "Sufre lesiones cerebrales irreversibles. Nunca hemos podido establecer comunicación con él. Su cuerpo expresa cosas como sonrisas o lágrimas… Expresa principalmente cosas como el sufrimiento. No sabemos si tiene conciencia de su cuerpo". ¿Cómo, entonces, se puede interpretar su voluntad? ¿Hasta qué punto los padres y la esposa son egoístas o compasivos queriendo que viva o muera? ¿Lo que quieren evitar es el sufrimiento que les provoca a ellos la muerte o la vida dependiente de su hijo y esposo o el de él? Ante una tragedia así solo cabe la compasión. Pueden comprenderse las razones de los padres y las de la esposa.

En España hemos tenido el caso del niño de seis años gravemente enfermo de difteria porque sus padres se han negado a vacunarlo, siguiendo opiniones sectariamente ideologizadas sin fundamento científico. Una cosa es el fundamentalismo médico-científico y otra el fundamentalismo antimédico y anticientífico, nacido de las corrientes alternativas. El resultado es el primer caso de difteria desde 1987. El regreso de una enfermedad que, como la viruela o la poliomielitis, había sido erradicada gracias a las campañas masivas de vacunación. Desde hace algunos años están volviendo a causa de los fanatizados movimientos anti vacuna y de la llegada de población no inmunizada. Los padres del pequeño afectado se sienten "engañados" y "destrozados". Urge que los niños sean salvados de los prejuicios, fanatismos o torpezas de sus padres y que las vacunaciones sean obligatorias.

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