Cuchillo sin filo

Francisco Correal

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Valdebebas

El presidente del Gobierno y el ministro de Cultura tuvieron que desdecirse ante la selección, su oráculo de Delfos

Entramos en semana de Mundial y menos mal que la selección española se marchó hacia Rusia. Si siguen en Valdebebas habrían terminado provocando la primera crisis de este Gobierno. El equipo de Julen Lopetegui se había convertido en una especie de oráculo de Delfos donde tenían que desdecirse algunos de los miembros del nuevo Gabinete. Un buen Gobierno, mucho mejor que su presidente, como ha escrito Pepe Aguilar. "Era un pobre diablo, muy inferior a su obra", como decía Unamuno cuando le preguntaban por la posible opinión de Cervantes sobre su ensayo Vida de don Quijote y Sancho. Primero fue la pena de telediario que el nuevo presidente le quiso imponer al portero David de Gea por unas acusaciones sin fundamento. Olvida Sánchez que a De Gea le pasó como a él, de tercer portero del Atleti pasó a titular del Manchester United y de la selección española. Ganó unas primarias balompédicas.

La relación más explícita entre el Ministerio de Cultura y el fútbol español se remonta a Esperanza Aguirre, cuando la entonces ministra, sobrina del poeta Gil de Biedma, hizo unas declaraciones que desencadenaron el cese de Javier Clemente como seleccionador tras la humillante derrota de la selección española frente a Chipre en Nicosia.

Màxim Huerta habría quedado mejor si las hemerotecas hubieran dicho que no había leído un libro en su vida, porque eso le habría permitido conectar con el español medio estadísticamente hablando. Pero meterse con el deporte, eufemismo del fútbol, era todo un atrevimiento. Sólo José Solís, la sonrisa del Régimen, el paisano de la vicepresidenta Carmen Calvo Poyato, había llegado tan lejos con su impagable Menos latín y más deporte que permitió conocer el gentilicio de los nacidos en Cabra.

Como la selección española ya está en Rusia, la Roja en el itinerario de la División Azul, la ministra Batet ha hablado de reformar la Constitución y lo único que falta es que la nueva ministra de Defensa prepare en los cuarteles una revolución de los claveles. El ministro Huerta viajó a París para celebrar con Rafa Nadal el primer trofeo de su mandato con el undécimo Roland Garros del manacorí. El onceavo, que diría Javier Solana, que también pasó por el cargo.

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