Desde el fénix

José Ramón Del Río

Vamos adelante

AUNQUE estuve en la política poco tiempo, conservo amigos que me demuestran un profundo conocimiento de aquella o, por lo menos, mucha información. Hablo con uno de ellos y me cuenta la coalición que se proyecta entre los dos grandes partidos, PSOE y PP, y que titulan Operación: vamos adelante. Le digo que aquí, en provincias, aunque la alta velocidad nos sitúa cada vez más cerca de la capital, las noticias siguen viajando en los trenes de Renfe. Me explica que está descartado que en las próximas elecciones generales alguno de aquellos partidos vayan a conseguir mayoría absoluta y que, sabedores de ello, han echado cuentas de lo caro que puede resultar conseguir el apoyo para gobernar, de las minorías nacionalistas, o no. Incluso -me dice- han llegado a la conclusión de que con ese pacto estarían en camino de resolver graves problemas de los españoles. Por ejemplo, en el tema del terrorismo de ETA, nada mejor que un Gobierno que pudiera a la vez, aplicar las leyes hasta sus últimas consecuencias y realizar concesiones políticas, cuando fuere menester. También se necesita poner pie en pared frente a las cada vez más inaguantables exigencias de los nacionalistas, que piden la autodeterminación, con más o menos fuerza, según se van acogiendo o no sus demandas, siempre económicas. Cómo va a ser igual -sigue diciendo-, si el Tribunal Constitucional sentencia que no se ajusta a la Constitución el Estatuto de Cataluña, que estén gobernando partidos respaldados por el 90 por ciento de los españoles o por menos del 50 por ciento. Hace falta además, un amplio consenso para resolver cuestiones como la de la renovación de este Tribunal, u otras, como la reforma de la Ley Electoral y la de la Constitución.

Tímidamente le objeto que esto puede suponer una mengua en la calidad de la democracia y me dice, algo indignado, que la democracia no se mide tan sólo por ese parámetro y que en Alemania se ha llegado a un acuerdo similar y que no le diré que Alemania no es una democracia. Al final de la conversación, tengo que convenir con él que un pacto entre PSOE y PP después de las elecciones generales, si como se pronostica son los dos partidos más votados, sumando por encima del 75 por ciento de los votos, traería muchos beneficios a los españoles. Podrán discutir las cuestiones del gobierno de cada día (infraestructuras, educación, sanidad), pero presentarán un frente unido para resolver los grandes problemas. Me encanta la idea y le digo que escribiré de ella, para difundirla.

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