Relaciones Humanas

Manuel Fernández / García-Figueras

Vandalismo

Los vándalos fueron los primeros pueblos bárbaros que penetraron en España en el siglo V, tras pasar por Italia y Francia. Eran de raza germánica, procedían de las orillas del Báltico y formaban varios grupos. Uno de ellos, los Silingos, ocuparon la Bética y por eso algunos historiadores dicen que de ellos tomó el nombre de Vandalusía. En cualquier caso, entraron en España con un elevado espíritu de destrucción que no respetaba cosa alguna, devastando espantosamente los territorios que atravesaban. Al parecer por lo apuntado en algunas crónicas, Radagaiso se llamaba uno de sus caudillos principales.

Pues bien, qué ajeno estaban aquellos vándalos primitivos a la aportación que hicieron a la lengua española con el calificativo que se aplica a quién comete acciones propias de gente salvaje y desalmada. Todos llamamos vándalo a la persona que destruye, que promueve escándalos con desconsideración a los demás. Y más ajeno todavía estaban a la huella tan profunda que dejaron en nuestra región andaluza que fue una de sus zonas de asentamiento tras penetrar en España.

Decimos esto por la noticia relacionada con el informe de dos profesores universitarios que ha publicado el Centro de Estudios Andaluces y en el que se dice que los actos vandálicos en las capitales andaluzas se ha multiplicado por cuatro, como media, en los últimos cuatro años a tenor de las denuncias formuladas.

Ciertamente el vandalismo está en todas partes. Los especialistas en la materia han explicado sobradamente en qué consisten esos actos salvajes, casi siempre relacionados con acciones violentas de destrucción, gamberrismo callejero, destrozos, etc. no hacen falta ejemplos porque diariamente leemos noticias de estas agresiones que tienen el mobiliario de las ciudades como objetivo preferido. También tienen preferencia por los monumentos, sobre todo cuando tienen alguna representación "histórica". Son infinitos los destinos y las formas de éstos actos vandálicos. Decía un editorialista, con mucha razón, que el vandalismo ha pasado de ser una rebeldía minoritaria a un problema colectivo que a toda nos afecta.

El objetivo de nuestro comentario, aparte de recoger y difundir la interesante labor de los 2 Profesores universitarios, es dejar claro que hay otras formas de vandalismo que hacen menos ruido pero cuyos efectos son, casi siempre, más devastadores. Nadie ignora a estas alturas que las actitudes despectivas de algunos políticos podrían ser calificadas de vandálicas al igual que las de algunas manifestaciones de protesta, llamadas pacíficas, pero que incluyen insultos irreproducibles y amenazas salvajes sin que existan motivos realmente graves que justifiquen esas protestas que muchas veces parecen de encargo. ¿No es vandalismo también el abuso de autoridad ó el no ejercerla como mandan los cánones y la honradez? ¿No es propia de vándalos la conducta del propietario del Betis cuando habla del Xerez? Nos parecieron impresionantes las declaraciones de la famosa socióloga americana Susan George sobre las crisis mundiales, al denunciar que por primera vez en la historia, la humanidad está confrontada a su propia destrucción, está organizando su propia desaparición. En definitiva, el auto-vandalismo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios