YA estamos llegando a la recta final de la Feria del Caballo, tres años después, y eso se ha notado en la ciudad. Porque esta edición – que ha sido dedicada a todos los jerezanos – se ha cogido con más ganas. Y no es para menos. Porque la ausencia en el Real de casetas y farolillos durante dos años se ha notado. Y el vino de Jerez ha vuelto a ser protagonista de una fiesta en el que abunda el Fino y el rebujito.

Un vino que ha vuelto a tener el mismo problema de años anteriores. Su infravalorización a la hora de servirlo. Y es que, a nadie le cabe duda de que la Feria del Caballo de Jerez es – probablemente – la mejor Feria del mundo. Por su colorido, su gente, la totalidad de las casetas públicas, su paseo de caballos y por supuesto su vino. Pero no podemos seguir permitiendo que el jerez sea servido en vaso de plástico. Igual que las bodegas invierten en plástico para la promoción del producto, debieran hacerlo igual con el cristal que aporta valor al mismo y además repercute en su imagen y en la de la ciudad del vino.

Jerez no puede permitir que su vino – conocido en todo el mundo – se disfrute en vaso de plástico en una Feria reconocida internacionalmente. Quienes nos visitan no deben llevarse esa imagen del vino de Jerez. Incluso, a la hora del rebujito – que podemos aceptar que es un cóctel como muchos otros, elaborado con vino, refresco y hierbabuena – no deberíamos servirlo en plástico. En jarras de plástico y vasos del mismo material. El señorío de una fiesta como la Feria del Caballo de Jerez no debiera verse ‘manchada’ por el plástico para saborear nuestro producto estrella. Ya si el catavino de cristal es alto o bajo, es para gustos los colores. Yo soy más del alto.

Como lo sirve González Byass en su caseta. Aunque esta bodega – como todas – debieran replantear la inversión en publicidad con el envase donde se bebe su vino, para el resto de casetas. Que el cristal es publicidad, al fin y al cabo; con la misma función que el plástico, pero con un valor bastante diferente. Definamos la imagen que queremos proyectar. Que después nos preguntamos porque, entre otras cosas, el precio del vino está por debajo de su valor. Y así nos va.

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