Sin duda alguna, la noticia con la que finalizará 2019 y comenzará 2020, el 'año repetido', es el final del peaje en la autopista AP-4 entre Sevilla y Cádiz. No por esperado y anunciado este hecho dejará de tener su importancia dentro de unas horas, cuando las barreras del peaje de Las Cabezas de San Juan se levanten y desaparezcan las cabinas que desde hace casi medio siglo han cobrado a los conductores por disfrutar de una doble vía hasta las inmediaciones de la capital hispalense. El fin del peaje ha sido una demanda de numerosos colectivos desde hace décadas, sobre todo a medida que se iba prorrogando la concesión por acuerdo de gobiernos de diferente signo político. Un primer paso hacia esa liberación fue el fin del peaje en el tramo entre Cádiz (Puerto Real para ser más exactos) y Jerez en 2005, previo pago de un lucro cesante por parte de la Junta de Andalucía a la concesión. Fue una medida que se vendió como un logro político por el PSOE entonces pero que dejó insatisfechos a esos colectivos y organizaciones gaditanas que recordaban constantemente una verdad que se convirtió en una especie de mantra: Cádiz es la única provincia andaluza que no está unida a Sevilla por una doble vía gratuita. A menudo esta circunstancia, esta excepción agravante, se empleó como uno de los motivos del atraso endémico de la provincia de Cádiz e incluso de las altas tasas de paro y bajos índices de industrialización. El peaje, se ha dicho durante décadas, ha sido un freno al desarrollo del Sur del Sur en España.

Pero todo acaba y todo llega en esta vida. Y el peaje tendrá, tarde o temprano, que dejar de ser una excusa. Su fin ha sido un lema, un objetivo y un símbolo hasta hoy. Mañana debe ser un instrumento para ese desarrollo. Pero que nadie piense que el adiós al pago por circular por la AP-4 va a ser la solución a todos nuestros problemas. Comenzando por dos cuestiones muy claras: el costoso mantenimiento de esa vía que, en general, ha sido ejemplo de buen estado y el aumento considerable del tráfico que se va a producir ya mismo, muy especialmente de camiones de gran tonelaje que abandonarán la muy peligrosa carretera A-4. Será pronto, si no lo es ya, un motivo para reactivar más si cabe la demanda del desdoble de esta vía, que el Gobierno no puede ni debe abandonar con la excusa de la liberación del peaje.

Lo que hace falta, al menos, es que ese efecto llamada a los camiones y toda clase de vehículos para circular por esta nueva vía abierta al tráfico sin restricciones conlleve también un efecto llamada para las inversiones en nuestra provincia. Tampoco tendrán excusas ya quienes no venían por aquello del pago de un peaje. Todo es mejorable, por supuesto, pero con esta infraestructura y las ya existentes, la provincia se sitúa a un gran nivel viario. Ahora, con esta herramienta, llega por ello el turno de los responsables de atraer proyectos. La 'utopista' de una AP-4 sin peaje es ya una realidad. El nuevo año llega con este pan debajo del brazo. Queda acompañarlo de otros buenos alimentos. Feliz 2020.

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