Verano quieto

Tenemos que andarnos con tiento no vaya a entrarnos en verano la bulla de un carpe diem vestido de marinerito

El último empujón para tomarme a partir de mañana cuatro semanas de descanso de estas columnas que quiero tanto me lo ha dado el capitán Francisco de Aldana. Leyendo su antología El ímpetu cruel de mi destino, vi que no era sólo el barroquismo lo que incitaba al poeta soldado a unir siempre los contrarios de la inquietud y la calma. "Sérele allí quietud el movimiento" o viceversa: "cerrando a mi quietud siempre el camino". Para Aldana, la alegría de la inteligencia es "el almo reposo" y hay una profunda actividad que sólo se encuentra parando. Me la he propuesto para este mes y ustedes la agradecerán. Espero que porque vuelva con otro poso y no por el mes sin leerme, aunque es natural que también por el mes.

Esa necesidad de "parar, templar, mandar" ya nos la había explicado el toreo clásico e iré a ver a Morante de la Puebla el 4 de agosto para que me la refresque. Cuanto más Carpe diem nos echen encima el resto del año, más verano quieto nos hará falta. El brasileño Mario Quintana vivió una aventura en el parque que casi se lo lleva por delante: "En el banco verde, donde leía distraídamente el Almanaque Bertrand, aquella frase me pegó por sorpresa: 'Coge el momento que pasa'. Lo cogí, aturdido. Era un no sé qué, un flapt, un inquieto animalillo, todo alas y todo patas: ardía como una brasa, vibraba como un motor, daba una angustiosa sensación de víspera de desmoronamiento. No pude más. Lo arrojé contra las piedras, donde fue luego triturado por el vertiginoso patinete de un chiquillo vestido de marinerito. 'Quien cabalga en un tigre (decía en la página siguiente un proverbio chino) quien cabalga en un tigre no se puede apear'".

Quizá esta perspectiva arroje otra luz más a la muerte heroica de Aldana. En la batalla de Alcazarquivir perdió su caballo. El rey Sebastián le vio y le gritó: "Capitán, ¿por qué no tomáis caballo?". Aldana contestó: "Señor, ya no es tiempo sino de morir aunque sea a pie".

Pero usted y yo nos podemos apear antes. Para eso están los agostos, la marea baja que añoró también Aldana, las conversaciones en las noches en el jardín, la luna roja o no, el almo reposo. Tenemos que andarnos, ojo, con tiento no vaya a entrarnos la bulla de un Carpe diem vestido de marinerito y corramos de cena en cena o queramos pegarnos [sic] un viaje. Se me ocurre un propósito para este agosto, para todo el año, para toda la vida: "Coge el momento que no pasa".

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