Desde hace unos años va tomando sitio en las cartas de los restaurantes de la zona el vermut, una bebida que no es tradicionalmente tan disfrutada en el sur de España, como sí lo es en otras zonas, como en el centro de la península. El vermú o vermouth es básicamente un vino macerado en hierbas cuya franja horaria ideal para saborearlo es el tapeo o la sobremesa. Una bebida cuya base suele ser un vino dulce o una mistela, fácil de beber, muy aromático y especiado gracias a las hierbas con las que se macera. Precisamente, en siglos pasados, en la zona se utilizaban este tipo de vinos macerados para poder vender aquellos que no estaban del todo terminados.

Las hierbas camuflaban el sabor y el olor inicial y se sacaban a la venta. De hecho los vermut casi siempre han tenido de base un vino muy normal, para que las especias hagan el resto. Pero el Marco de Jerez cambió esta tendencia hace unos años. Y fue Lustau quien la comenzó sacando al mercado su vermú rojo, con base de Amontillado y Pedro Ximénez. Más tarde, en 2017 lanzó su vermú blanco con base de Fino y Moscatel y también posee un vermouth rosé con base de Fino, Moscatel y Tintilla de Rota.

En la actualidad hay grandes vermús con base de vino de Jerez en el mercado. Uno de mis preferidos es el Vermouth de Valdespino recuperando su receta original y cuya base de Oloroso viejo y PX lo hace realmente bueno. También son destacados el Vermut Goyesco, de Delgado Zuleta, el primero con base de Manzanilla de Sanlúcar, el vermú rojo La Copa de González Byass, el Vermut de Fernando de Castilla, el magnífico Vermut Atamán Barbadillo, o el Vermú de Francisco de Cala. Bodega esta última que también tiene en el mercado un espumoso de vermut, elaborado con base de Oloroso viejo Y Pedro Ximénez y con botánicos de la provincia, que está realmente exquisito.

En definitiva, Jerez ha sabido adaptarse a los gustos del consumidor y tiene en el mercado vermús de excelente calidad, en gran parte aportada por la base de la bebida, los vinos de Jerez y las manzanillas de Sanlúcar.