Crónica Personal

Viajero, viajante...

Rajoy confesaba que le gustaban los viajes porque le despejaban la cabeza de los problemas de La Moncloa

Viajero es el que pasa parte de su vida pegando saltos por el mundo, mientras que se reserva lo del viajante para quien pega esos saltos tratando de vender su producto. Un comercial, para que se entienda. Los presidentes del Gobierno suelen sumar las dos acepciones, porque además de los asuntos de alta política sus viajes tienen una importante vertiente económica. Es habitual que vayan acompañados de empresarios a los que abren puertas en el país de destino, pero incluso si no les llevan en sus aviones oficiales, los presidentes aprovechan la oportunidad para vender el producto español en las más altas instancias. El empresarial y también el cultural.

Rajoy confesaba abiertamente que le gustaban los viajes porque despejaba la cabeza durante corto tiempo de los problemas que se le acumulaban en La Moncloa. Felipe González y Aznar seguramente tenían el mismo sentimiento de desagobio, pero no lo confesaban. También a Zapatero le gustaba viajar, encontraba mejores caras que en España, sobre todo en el escenario latinoamericano, donde siempre se sintió muy a gusto mientras encallaba en Bruselas, donde nunca tuvo el papel que él mismo y los suyos le presumían. Pedro Sánchez todavía está muy nuevo en política exterior como para saber cuál es su grado de aceptación exterior en Bruselas. La UE actual está necesitada de presidentes que apuesten firmemente por una Europa potente, pero Sánchez aún no ha entrado en el cuatro de honor. A ver cómo se bandea este domingo cuando se debata el acuerdo del Brexit y Sánchez tenga que decidir si defiende los intereses de España o prefiere quedar bien con sus socios europeos y no exige que el texto final del acuerdo recoja el pacto previo de que nada se decidirá sobre Gibraltar sin que España pronuncie la última palabra. Ha habido mucha crítica a que en su viaje a Cuba no se incluyera una entrevista con miembros de la disidencia, pero no es justo echar leña al fuego: ningún jefe de Gobierno europeo se ha entrevistado con ellos en sus visitas a Cuba de los últimos años. Ni siquiera el Papa. Se trata además de un viaje corto, de menos de un día, y hay asuntos importantes que hablar con Díaz Canel, económicos y políticos, entre ellos uno que no es menor, cambiar impresiones sobre el presente y futuro de la Venezuela bolivariana, que tiene en Cuba su principal anclaje. Apoyar a los disidentes cubanos debería convertirse en un compromiso diario, como cualquier apoyo a quienes sufren una dictadura. Pero eso no significa que sea obligado recibirles en una visita de horas a La Habana. Lo dicho: ni el Papa lo hizo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios