TODAVÍA hay algunas sociedades, como las de los gitanos, donde a los viejos se les tiene en un pedestal, se les escucha y respeta, pero la norma general es esconder algo considerado feo, aunque inevitablemente todos vamos a llegar a ello. La cuestión está en hacerlo de la mejor manera, porque lo mismo nos encontramos a abuelas absolutamente estresadas por las obligaciones que les han creado sus hijos y nietos, sin vida propia, o a otros que dejan pasar la vida con el mando de la televisión en la mano, el único que pueden accionar porque nadie les hace caso. Pero también he visto a personas con setenta años que se han visto abocadas a empezar de nuevo y que, buscando el apoyo de quienes tienen más cerca, son capaces de conseguir cosas que antes ni se planteaban, y de disfrutar además haciéndolo. Cuidarse y mirar por uno mismo es premisa fundamental, como pueden ver en la muestra 'Vivir el tiempo', del Callejón de los Bolos.

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