La ciudad y los días
Carlos Colón
¿Lo hacen mal? Hagámoslo mejor
La ciudad y los días
La bodega de un barco pesquero. Sobre un fondo de aperos amontonados un marinero de mediana edad sujeta el cuerpo malherido de un joven compañero. Otro, más anciano, se inclina sobre él joven aplicándole una compresa en el abdomen para intentar detener la hemorragia. Sobre el pecho desnudo del joven malherido cae una medalla religiosa protectora. Es el famoso cuadro ¡Aún dicen que el pescado es caro! que revalidó la fama del joven Sorolla en la Exposición Nacional de 1895. Han pasado 127 años. Y el pescado sigue siendo caro… En vidas humanas. Solo tres pescadores de una tripulación de 24 han sobrevivido al naufragio del Villa de Pitanxo en aguas heladas de Terranova, el peor de un pesquero español desde 1978.
Ninguna faena relacionada con la obtención de alimentos comporta los riesgos que esta. Mucho han cambiado las cosas, afortunadamente, desde aquel 1895 del cuadro de Sorolla. Los medios técnicos han mejorado increíblemente, los barcos son mucho más seguros, las condiciones de trabajo son más llevaderas y las muertes se han reducido significativamente. Pero el mar sigue siendo el mar y el dolor sigue siendo el dolor. Embravecido de forma terrorífica se ha llevado a estos 21 pescadores como desde hace miles de años lo hace. Y en la costa sus mujeres, sus hijos y sus madres lloran.
A ellos dedico, como una ofrenda, estas palabras de El espejo del mar de Joseph Conrad: "Como si fuera demasiado grande y poderoso para las virtudes comunes, el océano no tiene compasión, ni fe, ni ley, ni memoria… No se sabe de ningún alarde de cualidades -valor, audacia, entereza, fidelidad- que haya conmovido jamás su irresponsable conciencia de poder. El océano tiene el temperamento falto de escrúpulos de un autócrata salvaje… No ha dejado de ser el enemigo irreconciliable de barcos y hombres desde que los barcos y los hombres tuvieron la inaudita osadía de echarse a navegar pese a su ceño... Desde ese día no ha cesado de engullir flotas y hombres sin que su resentimiento se haya visto saciado por el número de víctimas, por tantos barcos naufragados y tantas vidas truncadas. Hoy, como siempre, está presto a seducir y traicionar, a destruir y a ahogar el incorregible optimismo de los hombres que, respaldados por la fidelidad de los barcos, intentan extraer de él la fortuna de sus casas…". Hoy, como siempre, sí…
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