La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Vox o el dueño gordito del balón

Los de Abascal dan la matraca con que son claves en Andalucía. Si quieren darse el tiro en el pie, que retiren su apoyo al Gobierno

Vox tenía todo el derecho del mundo a presentar una moción de censura condenada al fracaso pero planteada para obtener notoriedad, protagonismo, liderazgo y todo eso que algunos definen con el horrendo término de la "visibilidad". ¿Acaso la política no es la habilidad para usar con segundas intenciones los instrumentos al alcance: desde el lenguaje hasta las emociones, desde las leyes hasta cualquier ardid? La gran verdad de la política es que todo es mentira. Todo, absolutamente todo, está marcado por la necesidad de cumplir unos objetivos. A veces se nos olvida esta regla elemental. En las vísperas de la moción llamaba la atención que muchos tertulianos se hartaran de cacarear que la moción no tenía sentido por cuestiones aritméticas. Echaban por tierra la iniciativa de Abascal con desprecio, superioridad moral y evidentes prejuicios. ¡Como si Abascal no supiera que tenía en contra la aritmética! Era evidente que el objetivo era otro. Pero el cabecilla de la derecha pura y dura ha salido trasquilado. Ha provocado una reacción inesperada en Casado, al que ha convertido en líder cuando los sectores de la derecha -crueles como niños al juzgar a los suyos- lo tenían ya amortizado. Casado ha resucitado gracias a Vox. Es de inteligentes salir reforzado de un momento de apuro. Los de Abascal se cuidarán muy mucho de poner en peligro los gobiernos autonómicos a los que apoyan salvo que quieran pegarse un tiro en el pie. Distinto es que los chicos de Vox se pasen el día repitiendo como un antiguo padre de familia que son indispensables, que ellos traen el sueldo a casa, que de qué vamos a vivir si no hay otra fuente de ingresos, que mientras vivas bajo este techo harás lo que yo te diga... Son bastante pesados con la matraca. Y pierden fuerza cada vez que lo reiteran. Tiran la bomba gorda al primer traspiés, cogen la cogorza en la primera taberna. Es lógico que exijan objetivos políticos, que hagan valer su influencia en los presupuestos y que vendan sus logros, pero se pasan de tanto amenazar con retirar sus apoyos al primer contratiempo. Ahí se nota cierta bisoñez y cuarto y mitad de una prepotencia que revela debilidad. Quedan como el gordito que ofrece el balón para jugar al fútbol a cambio, al menos, de no hacer de portero. El obeso siempre amenaza con llevarse la pelota cuando todos se quejan de su desatino ante la portería... Ahora se verá la cintura de Vox para encajar la crisis en la que se ha metido, su sentido de responsabilidad institucional para no permitir que tres comunidades entren en barrena política en plena pandemia y, por supuesto, si se cumplen sus expectativas de crecimiento entre cierto electorado de izquierdas.

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