Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Acaba la Feria del Caballo, convertida tristemente, y según mi opinión, en una suerte de botellón nocturno, con la música de discoteca chunda-chunda, como cualquier verbena de pueblo (con todos mis respetos para los pueblos y sus verbenas), queda de nuevo el parque González Hontoria sumido en el ostracismo, en el abandono más absoluto y en el olvido.

A estas alturas solo pasan por allí quienes lo atraviesan de un lado a otro por los motivos que sean, y los operarios que se encargan de desmontar la iluminación y las estructuras de las casetas, que no son ya sino un triste recuerdo de la juerga y la fiesta.

Recuerdo perfectamente cuando íbamos con mis padres mis hermanos y yo, al parque y nos sentábamos en La Rosaleda. Eran tiempos en los que ir al parque era un acontecimiento. Ahora, por desgracia, el lugar es una especie de desierto, sin el menor atractivo, sin el menor interés. No hay un templete (creo que se hizo concurso público, pero quedó desierto), un bar que ofrezca algo interesante para los fines de semana, para los festivos o las noches de verano. Y es una pena.

No parece que, visto lo visto, y con todos los años que el Hontoria lleva padeciendo esta falta total de atractivo, las cosas vayan a mejorar.

Impensable es, con la que está cayendo, convertirlo en una suerte de pequeño Retiro, con estanques, puestecitos, árboles nuevos y circuitos para correr o montar en bicicleta (¿qué haríamos con todo eso, además, cuando llegara la Feria?). Nada creo puede hacerse salvo dejarlo estar, aunque suene a rendición. Ahí está el Parque Escénico, que empezó siendo una maravilla y ahora, salvo la entrada y poco más, es casi un descampado. Es lo que tiene hacer obras a lo grande, que luego hay que mantenerlas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios