Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Zambombismo ilustrado

Hay una cosa en Jerez que está por encima de acudir masivamente a la celebración de las zambombas en estas fechas y es hablar de ellas. Aquí está la prueba. Como cada vez empiezan antes, tenemos más tiempo para debatir acerca de: su origen, sus precursores, en qué fecha del calendario deben empezar, los villancicos que hay que cantar y los que no, los instrumentos que se deben emplear, qué es lo que se debe comer y beber, cuántas personas como mínimo tienen que cantar, la mejor hora para comenzar, a qué hora deben acabar, si es mejor en la calle al aire libre o bajo techo, si habría que cerrar las calles al tráfico, cuál es el número máximo de bulerías (o hasta rumbas) que se pueden interpretar sin hacer que pierdan su identidad, qué palos flamencos son aptos y cuáles no, en qué momento debe encenderse la fogata y qué hay que echarle al fuego, el tamaño de los pestiños, la indumentaria adecuada según interior/exterior, si han degenerado en macrobotellones, por qué hay tan pocos WC públicos en las calles, si es bueno que vengan autobuses llenos de visitantes que luego no ven una zambomba y gastan poco, por qué hay bares que venden 'zambombas' cada día en varios pases donde no hay una zambomba... en definitiva, qué es lo que entendemos por zambomba. Lo único que no ofrece discusión en Jerez es que se escriben sin acento en la segunda 'a'.

Es tal el bombardeo de preguntas y cuestiones profundas al respecto que se plantean estos días que daría para hacer una o varias tesis. Tal vez mi colega y experto en flamenco Paco Perujo, que esta semana ofreció una interesante conferencia en la Academia San Dionisio y ha sido el impulsor del Master de Flamenco de la UCA, acabe algún día creando una especialidad (o varias) en zambombas, visto el grado de interés que despierta todo lo que gira a su alrededor, bueno para unos y malo para otros.

Si en todo español aficionado al fútbol existe un seleccionador nacional, en todo jerezano existe un experto en zambombas que, categóricamente, sentencia acerca de cuestiones técnicas y/o musicales, históricas o de índole social y económica. Entre quienes sostienen que algún día morirán de éxito las zambombas y quienes las consideran la panacea que acaba con todos los problemas de Jerez nos situamos los que pensamos -y opinamos- que la sociedad va siempre por delante, que las modas vienen y van, que no se puede poner puertas al campo y que desde la Administración, eso sí, hay que ayudar corrigiendo excesos pero sin caer en el error de querer regularlo todo. Y que las zambombas son un gran invento, que tras el 'boom' de estos últimos años (tampoco son tantos) el público acabará tarde o temprano sabiendo diferenciar lo bueno de lo cutre, afinará poco a poco su paladar y quienes se toman estas celebraciones como una excusa para hacer el gamberro acabarán siendo excluidos de manera natural, como cuando se expulsa a un cuerpo extraño del organismo. Porque, como sucede a lo largo de la vida, todo es aprendizaje, cuestión de prueba o ensayo y error. Y que una cosa tan sencilla que nació de una manera tan espontánea dé para tanto...

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